NOVENA AL AMOR A LA CRUZ
Fuente: caminandoconmaria.es/
Introducción:
De
Nuestra Madre del Cielo, María Reina de la Paz:
Queridos hijos, quiero
presentaros esta novena, Novena al Amor a la Cruz, para que mediante ella
aprendáis ese amor que os llevará por caminos insospechados.
Esta
novena está dictada por el Señor, y cada día comenzará con la oración
preparatoria que hoy os transmito. Oración profunda que cada día repetiréis
para preparar vuestra alma para lo que vuestro Padre os quiere enseñar.
Cada
día el Señor os acercará al amor a la Cruz a través de una virtud concreta, que
sin ella, es imposible amar el bendito Madero. Hacedla con pausa, pensando bien
lo que decís y a quién lo decís, para que penetre en vuestro interior y deis el
definitivo salto que necesitáis para seguir este camino de santidad.
Prepararos
bien, no la hagáis de forma rutinaria y con indiferencia; y si ponéis ahí todos
vuestros sentidos y todo vuestro amor, notaréis rápidamente el resultado.
ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS
Oración de Amor a la Cruz:
Alma mía, aquí te presento
El Madero. Lo tienes ante tus ojos, turbios por tus miserias; pero, acércate,
no te quedes lejos huyendo del signo de mi Realeza: La Santísima Cruz.
Parece un simple madero,
pero ha redimido tu alma con todo el Amor que Yo te he dado. Arrodíllate. Aquí
me tienes.
Ábreme tu corazón dolorido
y Yo te iré enseñando que el dolor se convierte en gozo, la tristeza en
alegría, el desaliento en fortaleza, la oscuridad en luz.
Derrama tus lágrimas, te
estoy esperando y deseo abrazarte.
Entrégame tus potencias,
tu salud, tu trabajo, tu familia, tus alegrías y preocupaciones, tu forma de
ser y actuar, tu amor por mí.
Dámelo todo. Vacíate y pon
todo en mis manos; lo llevaré a ese Bendito Madero y allí se unirá a mi Amor
por ti.
Descansa alma mía, y
repite estas palabras varias veces:
“Señor,
deseo ser tu cirineo; enséñame a amar la Cruz”.
DÍA PRIMERO
1)
Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de
Jesús:
Querido hijo, antes de
comenzar la Pasión, reuní a los apóstoles para darles el “Alimento Santo” en
esa primera Eucaristía. Necesitaban Fe para creer en todo lo que después iba a
acontecer.
Tú, hijo mío, empiezas esta novena para
aprender a amar la Cruz, y para ello, necesitas creer que todo lo que allí
aconteció fue por amor a ti.
Todos los días se repite
esta donación en cada Sagrada Eucaristía. Acude a este Santo Sacrificio donde
Yo me doy a ti, simple criatura. ¡Ven con el alma limpia y pide perdón de
corazón! Escucha cada palabra, vive cada momento como si estuvieras allí
presente en el Calvario.
Alma mía, allí quedará
reforzada tu fe, al creer sin ver, al hacer ese acto de humildad diciendo las
palabras del Centurión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una
palabra tuya bastará para sanarme”.
En el momento de la Consagración, al pie de la
Cruz, contempla a quien tanto te ama. Haz ese acto de fe, porque estoy ahí
presente dándotelo todo. Dame tu vida, tus dudas, tus faltas de fe. A través de
esta virtud tendrás esa seguridad del Amor que recibes, y ¡te sentirás tan
nada! que Yo entraré dentro de ti y ya lo tendrás todo.
En cada Santa Eucaristía
repite varias veces: “Señor, que vea”. “Señor que vea”.
3) Oración:
Padre mío, sé que en cada
Eucaristía vuelves a ser crucificado, y te ofreces a cada hombre. Estoy al pie
de la Cruz, te estás dando a mí, y veo que tantas veces me encuentro
indiferente, me distraigo y no pongo atención. ¡El Cielo se abre para mí! Allí,
al pie de la Cruz se encuentran los Ángeles, los Santos, los seres queridos, y
tu Madre, María Santísima; pero sobre todo Tú, sufriendo por mí.
Voy a poner todos los
sentidos y me voy a ofrecer a ti, no sin antes pedirte perdón por mi desidia. Deseo
en esos instantes abrazarme a la Cruz, diciéndote: “yo no soy digno…”;
¡Perdóname! Haz de mí un verdadero discípulo; que con mis obras te ame.
Imprégname con tu Sangre y purifica mi alma.
Aquí estoy Señor para
hacer tu Voluntad.
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor
que vea. Auméntame la Fe.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA SEGUNDO
1)
Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de
Jesús:
Querido hijo, ¡aquí tienes
El Madero! Esa Cruz, fuente de todas las gracias y virtudes, está clavada en
roca firme para que todo hombre se pueda abrazar a ella.
¡Cuántas veces, hijo mío,
te sientes desfallecer!; que las fuerzas te abandonan y ya no puedes más. ¡Ven
a mí! ¡Yo tengo esa fuerza para darte que tú tanto necesitas! No intentes
sacar, tú solo, las cosas adelante, porque no podrás. Si te enfrentas, tú solo,
a los problemas y tribulaciones y no vienes a mí, perderás la esperanza, y la
roca firme se convertirá en arena movediza.
Alrededor de esa Cruz
también se encuentra mi Madre, el Discípulo amado, María Magdalena, y tantos
otros, que recibieron allí su conversión.
Medita cada día mi Pasión;
eso te hará darte cuenta de lo pequeño que es tu sufrimiento. Pero quiero que
me acompañes. Yo caí varias veces, recibí todo tipo de golpes y malos tratos;
pero eso fue por amor a ti, amado hijo. ¡Acompáñame! y verás que, todo lo que
te cuesta, conmigo te costará menos, y poco a poco la virtud de la fortaleza se
irá adueñando de tu alma para que seas ese hijo que todo lo abandona en manos
de su Padre.
¡Acompáñame, alma mía! Tus sufrimientos los
haré míos; pero tú, viviendo conmigo todos esos momentos dolorosos, aprenderás
a amar el sufrimiento, porque me ayudarás a redimir a las almas. Alma fuerte,
recia, cimentada en roca.
3) Oración:
Señor, soy como un niño
que quiere crecer en tus brazos. No soy
digno ni de acercarme a ellos, pero,
necesito Tu fuerza. Veo que no puedo; ¡es tanta la soledad que ofrece el
mundo…! que mi corazón anhela ser ese corazón alegre y lleno de esperanza.
Te pido que me hagas
humilde para seguir tus enseñanzas; que mi alma sea la de un niño que todo lo
espera y lo aguarda. La espera, en ese silencio, de un alma enamorada que nada
pide a cambio, solo aprender a quererte con esa fuerza que a través de la
humildad me lleva al Amor. Aquí Señor
tienes a este niño que mucho se olvidó de ti; pero ahora me acercaré a tu
sufrimiento para amarlo, comprenderlo, y dejar apartado el mío y ayudar a los
demás.
Estoy delante de la Cruz,
clavada en esa roca firme; y yo, con tu ayuda, clavo mi vida junto a ese
Madero, para fortalecer mi alma en tu Divina Voluntad.
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor
fortaléceme, y que aprenda a amar la Cruz.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA TERCERO
1)
Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Alma mía, desde la Cruz
emití unas palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Fui
crucificado con los brazos abiertos para que todos mis hijos… ¡para que tú,
alma mía! vengas a ellos y encuentres ese Amor que removerá tu alma para pedir
perdón.
Muchos te ofenden en el
camino, y sientes esa falta de amor hacia ti de muchos de tus hermanos; pero
piensa, que tú también muchas veces te portaste mal con ellos o fuiste
descuidado y no prestaste atención a sus necesidades. El perdonar engrandece y
ennoblece el alma, se aprende a amar, y te olvidas de ti mismo.
Yo, desde la Cruz, perdoné
a todos aquellos hombres que me odiaban o eran indiferentes a mi Amor. Di mi
vida por ellos, y también la doy por ti.
Esta Santa Cruz te lleva a
un sacramento: al de la Penitencia. Allí me encuentro Yo, esperándote para
perdonarte. Busca los motivos de tus pecados e infidelidades, y en la soledad
de la oración, pídeme luz para ver todo aquello que te aleja de mí.
Para aprender a amar esta
Cruz bendita tienes que darte cuenta de lo que me ofendes, y con el alma arrepentida
pedir perdón. Y allí, arrodillado frente a ella, verás la luz del Amor que
desprende, sin dar pie al rencor, ni tomar en cuenta el desprecio de tantas
almas.
¡Ven a mí! que deseo
perdonarte, y así volverás a empezar de nuevo, para aprender poco a poco el
amor a esta Santa Cruz.
3) Oración:
Padre mío, perdóname por
tantas veces que me separo de ti.
Sé que Tú únicamente
puedes sanarme, pero me falta fe, confianza, y a veces me desaliento al contemplar mi interior.
Deseo sentir dolor por mis
pecados para que Tú me sanes, como a aquel leproso, y de esta manera, en mi
alma solo existirá esa alegría interior, esa paz que solo puede dar el verse
liberado de la lepra del pecado.
Tócame el alma, para que
llegue esa gracia que todo lo puede. Vuelvo a ti; no quiero apartarme del
camino, pues deseo contemplar tu “mirada” de Misericordia.
Sé que para ti soy único e
irrepetible, que has dado la vida por mí. Y ahora me acerco a esa Cruz Bendita;
me arrodillo con humildad, y lloro por mis pecados y faltas de amor. Pero, al
estar tan cerca de Ti, voy notando esa Paz que inunda mi alma, porque, al
arrepentirme del mal que te hice, me he podido acercar a Ti, y me has tocado,
me has abrazado y me has amado. ¡Gracias Padre mío!
4) Jaculatoria que
debemos repetir 3 veces:
Señor
pequé. Tened piedad y compasión de mí.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA CUARTO
1)
Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Hijo mío, desde que nací
hasta que subí al Cielo, toda mi andadura por la tierra estuvo presidida por la
obediencia a mi Padre. Este sufrimiento que padecí fue por ti, por todos los
hombres. Me humillé hasta la muerte de cruz; pero, ¡el obedecer da alas para volar
muy alto!
Yo te ofrezco el Evangelio, donde encontrarás
todo lo que hará de ti esa alma llena de Dios. Ahí se contiene toda mi
enseñanza; y si sigues mis mandatos no perderás tu libertad tan anhelada y
codiciada.
Tú eres el que eliges; Yo
te brindo mi ayuda. No te será fácil, porque desearás que prevalezca tu voluntad sobre la Mía. Pero
piensa que, si sigues las enseñanzas de mi Evangelio, vivirás el Cielo en la
tierra; el amor que vivirá dentro de ti será el Mío, que quiere darse a todos
los hombres. Solo tienes que apartar esa rebeldía que nace de la soberbia; ese
querer hacer las cosas a tu manera; ese no querer someterte a nada que no sea a
ti mismo.
La obediencia a todo lo
que te enseño te hará comprender el significado de la Cruz; porque, al someter
todo tu ser a lo que te pido, los razonamientos humanos dejan de existir para
que quedes inundado por todo lo Divino.
Póstrate ante la Cruz, y
dime con el corazón en la mano: “Que se haga en mí tu Divina Voluntad”.
3) Oración:
Señor, ¡que vea como
Bartimeo!
Indícame el camino que tú
deseas que yo siga; muéstramelo y ayúdame a seguirlo, porque yo solo deseo
obedecerte, me cueste lo que me cueste.
Deseo darme a ti por
completo, no reservándome nada.
Todo lo mío es tuyo; por
tanto, haz de mi vida lo que desees; es tuya por completo. Que vaya segura por
ese camino, sin dudas, porque sé que es lo que quieres para mí.
Aparta todos mis gustos,
caprichos, anhelos…, todo lo que implique egoísmo, soberbia, apegos. Yo te doy
mi alma, ¡te doy todo lo que poseo! Hazme ver el camino, y yo lo seguiré,
obedeciendo a todo lo que me mandes.
¡Ven Espíritu Santo!
¡Hazme ver, te lo suplico Señor! No quiero en ningún momento apartarme de Ti;
mi único deseo es cumplir tu Santa Voluntad.
4) Jaculatoria que debemos repetir:
Que
se cumpla en mí tu Santa Voluntad.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA QUINTO
1)
Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Alma mía, estando
crucificado dije estas palabras: “Tengo sed”. Pasé por todos los tormentos,
pero el mayor de todos ellos fue el no encontrar amor en tu alma.
Sitúate en el Calvario,
que a los ojos humanos no ofrece nada agradable que ver. Por eso, debe cambiar
tu interior y hacerte humilde, olvidarte de ti mismo. Todo eso que llevas te
pesa, porque son todas tus debilidades, miserias, pecados, olvidos, egoísmos,
soberbia…
Para amar la Cruz hay que
entender por qué fui tan humillado ¡Todo fue por ti, alma mía! De esta manera
fuiste redimido, como el resto de los hombres. Y sigo sintiendo esa “sed” que
me abrasa, porque busco tu amor. Esa es la “sed” que tiene mi corazón: AMOR.
El amor que debe anidar en
tu corazón, porque te has ido desprendiendo de todo lo que te separaba de mí.
¡Despréndete de todo ello! y así, cuando te acerques a la Cruz, no verás en
ella a un pobre crucificado, sino a Aquel que dio su vida por ti y te ama.
¡Hazte pequeño! Sirve a
tus hermanos, date cuenta de tus miserias. ¡Humíllate y abrázate a la Cruz!
donde mi Amor te espera.
3) Oración:
Señor, aquí estoy, delante
de ti, de rodillas ante todo un Dios.
Desde lo alto de la Cruz
Tú me miras, yo te miro. Y ¿qué contemplas? Una simple criatura que solo desea
aprender a amarte.
¡Ten misericordia de mí!
No tengo derecho de estar contemplándote. Pero, ¡es tanto lo que me quieres!
que permites que un ser como yo se atreva a mirarte.
Cuando te miro mi corazón
se llena de alegría; es la Luz que sale de Ti hacia mí, y me llena el alma de
esa Paz y de ese inmenso gozo que solamente Tú puedes dar.
Perdóname Padre mío.
Recoge mis lágrimas a través de mi Madre del Cielo, como signo de mi
arrepentimiento.
Nada soy, nada valgo, nada
tengo, pero contigo todo lo puedo. Eres mi Guía; enséñame a caminar y dame la
virtud de la humildad, para aprender a amar la Cruz.
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Nada
soy, nada valgo, nada tengo, pero contigo todo lo puedo.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA SEXTO
1)
Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Hijo mío, a lo largo de mi
Pasión, Muerte y Resurrección, los apóstoles me abandonaron, pero Judas
particularmente.
Él fue abandonándose al
mundo, a su propia inseguridad; no creyó en Mí y me fue infiel. Cometió un gran
pecado, pero no acudió a Mí para que le perdonara. Se desesperó y se ahorcó;
terminó con su vida.
Hijo mío, no te encierres
en tí mismo, en tus cosas, en tu mundo tan frágil y quebradizo, y tremendamente
limitado. A lo largo de tu vida te encontrarás problemas, situaciones,
conflictos, enfermedades… Pero no puedes luchar solo; tus fuerzas son humanas y
debes confiar en Mí para que Yo te ayude en todas ellas. Desecha el desánimo,
la tristeza, el desaliento, ¡y espera en Mí! Yo soy fuente de toda Esperanza. Y
la cruz que tengas cada día debes aprender a amarla. Si desconfías de Mí
perderás la esperanza, y te apartarás de la ayuda que Yo deseo darte. ¡Acude a
mi Madre! en todos esos momentos que parece que todo se hunde y que no
encuentras salida.
La mejor arma para
combatir el desaliento y la falta de esperanza es el “Santo Rosario”. De él
huye el enemigo. Y recibes la fuerza que en esos momentos necesitas. Todo ese ramillete
de Avemarías suben como incienso al Cielo, y mi Madre las recoge inundándote de
gracias para combatir al enemigo.
Al final de cada rosario
siempre hay una Cruz que cuelga de él; y es que no olvides que cada Avemaría
recuerda ese “Sí” que, a través de la Cruz, quedó redimiendo al mundo. Rézalo
con devoción, y aprenderás a darte cuenta que la Cruz es fuente de paz y de
alegría, porque te purifica y redime, y te hace abandonarte totalmente en Mis
Manos.
3) Oración:
Padre mío, no quiero
apartar la vista de Ti, y no deseo avergonzarme. Parece que nada tienes, pero
lo tienes todo, y es ese Amor por mí.
Al verte tengo que
preguntarme: ¿Qué hago yo por Ti? ¿Qué vale mi vida, si la pierdo en cosas
vanas? ¿Por qué me aferro a mi “yo”, si es el Señor el que me contempla
pidiendo mi amor?
Debo despojarme de todo,
Padre mío; ¡ayúdame a hacerlo! porque deseo tener el corazón libre para amarte.
A veces me agobian los problemas y me encuentro entre tinieblas; pero, si miro
al Madero, símbolo de dolor y de contradicción, sé que es el Camino verdadero
donde encontraré la Luz que guía mis pasos.
Allí te veo taladrado y
sujeto de aquellos clavos, donde se derrama tu Sangre. Debo limpiar mi interior
y despojarme de lo que llevo dentro. ¡Te lo doy a ti, Padre mío! Y me abrazo a
esa Cruz que me da esperanza para seguir.
Es la Luz que ilumina mi
alma, es la guía que encamina al Cielo, es la esencia de mi vida porque con
ella todo adquiere sentido y se descubre esa dimensión divina cuando camino
sobre la tierra. Me ofreces el amor hecho vida, la Luz que llega a mí en este
mundo de tinieblas.
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
En
Tí espero Señor, dame la luz de la Esperanza.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA SÉPTIMO
1)
Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Querido hijo, en lo alto
de la Cruz pronuncié unas palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”. Sentí la soledad, sentí el abandono de los hombres, y el dolor
que causa esa oscuridad; pero mi Padre no me había abandonado, Él me sostenía,
me abrazaba, estaba a mi lado.
Con esto te quiero enseñar que, a lo largo de
tu vida, te encontrarás muchas veces solo, triste, sin ilusión, con falta de
esperanza y sin rumbo claro en la vida; y eso ocurre porque te alejas de Mí.
¡Abandona todo en mis
manos! ¿No te das cuenta que si lo haces a tu manera, si prescindes de mi
ayuda, no harás las cosas bien? Hijo mío, ¡solo no puedes! ¡No me ignores! Y no
huyas, porque Yo deseo ayudarte.
Acude a mí en la oración;
allí dame todas tus cosas: penas, alegrías, preocupaciones, oscuridades,
inseguridades… porque Yo te daré la luz
y la paz, para que sepas cómo debes actuar y salgas fortalecido.
Acude a Mí, ¡Yo siempre te
escucho! porque me importa todo lo que te pasa. Abandónate y confía en Mí. Yo
no te abandonaré ni te dejaré solo,
Tras la Muerte vino la
Resurrección; tras el abandono en las manos del Señor, llegó la Luz que da
sentido a todo aquello que te cuesta y te preocupa.
Di estas palabras:
“Señor,
confío en ti, me abandono en ti, te lo doy todo”.
3) Oración:
Siento una luz en mi alma
que va iluminándolo todo, ¿eres tú, Señor? Aquí dentro está la Luz, la Luz que
ilumina mi existencia, que da forma a todo y le da su razón de ser.
Mi interior queda
iluminado cuando me acerco a Ti a orar, y así puedo ver todas mis miserias, los
rincones sucios y las telarañas.
Señor, con tu ayuda quiero
limpiarlo, pero eres Tú el que lo haces, yo no puedo. Pero, antes de estar
contigo, al ver mi suciedad, solo puedo pedirte perdón.
Soy el hijo prodigo, que
vuelve a la casa de su padre, sucio, roto, angustiado y sin fuerzas; voy a ti,
Padre, y te lo doy todo. ¡Solo no puedo! Todo lo que me inquieta, me preocupa…
todo eso, al dártelo me olvido de todo, porque Tú lo tienes en tus manos, y yo
confío y me abandono.
Aquí me tienes Padre mío,
abro mi corazón y me someto a tu Misericordia, desprendiéndome de todo lo que
me aleje de ti.
¡Enséñame a amarte! a
dejarme moldear por Ti, y a confiar plenamente.
Me abandono en tus manos, me dejo abrazar por Ti y deseo hacer tu
Voluntad.
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor,
confío en Ti, me abandono en Ti, te lo doy todo.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA OCTAVO
1)
Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Alma mía, hoy quiero que
te acerques a la Cruz, pero sabiendo lo que significa. Hasta el último momento
fui fiel a ella, aunque eso me llevó a cargar con todos vuestros pecados y
miserias. La Cruz duele, pesa, marca, pero te lleva a Dios. ¡No te canses de
llevarla! aunque a veces pienses que no puedes. Son momentos difíciles en los que
el alma se siente agotada, sin fuerzas, pero ahí es donde me encuentro Yo para
ayudarte.
Hijo mío, ¡sé fiel! no me
abandones, esta fidelidad te llevará al Cielo, donde te espero. Por duro que te
parezca puedes, alma mía, porque tú sola no llevas la carga, ya que Yo te ayudo
a llevarla. ¡Dámelo todo, no te guardes nada! porque si no, te pesará más.
Cada noche, antes de
acostarte, encuéntrate conmigo y pide luz al Espíritu Santo, para ver qué cosas
te han separado de mí. Este examen de
conciencia te ayudará a ser fiel, porque cada día lucharás por mejorar, por
acercarte más a mí, por entender y amar la Cruz; y de esta manera ya no huirás
de ella, sino que me acompañarás en mi sufrimiento.
No olvides estas palabras,
hijo mío: El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho. Cuida ese pequeño
detalle de amor, y siempre estarás a mi lado amando la Cruz.
3) Oración:
Padre mío, te encuentras
crucificado, ¡has dado la vida por mí! y yo solo respondo ante tanto
sufrimiento con desamor, deslealtad, indiferencia y frialdad.
No mires mi corazón,
porque aún no aprendí a amarte; sé que me esperas y deseas abrazarme, pero yo
huyo, me escondo y no te acompaño en tu dolor. ¡Perdóname, te lo suplico! ¡Ten
compasión de mí! Acudo a tu Misericordia y empiezo de nuevo. ¡No me abandones,
Padre mío!
Hoy hago un propósito: no
huir más de Ti y abandonarme en tus manos. Deseo fervientemente amar la Cruz,
deseo serte fiel hasta el día de mi muerte. Aquí me tienes Padre. ¡Te serviré!
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Todo
lo mío es tuyo, haz de mí un servidor fiel.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
DÍA NOVENO
1)
Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de
Amor a la Cruz.
2) Sagrado Corazón de Jesús:
Hijo mío, este es el
último día de la Novena al Amor a la Cruz. Y para llegar a este verdadero amor,
lo que deseo enseñarte es la auténtica Caridad, ¡no hay mayor acto de amor que
dar la vida por el hermano!
Allí os contemplé a todos,
tú también estabas allí, alma mía. Y te lo di todo, ya no te puedo dar más.
Abre tu corazón y recibe esta entrega y esto te ayudará a comprender como
tienes que aprender a amar: ¡siempre a través de la Cruz! Porque es el lenguaje del sacrificio, del
olvido de sí, de todas las virtudes… llevándote
a ese amor que en ningún lugar podrás aprender.
Ese amor lo aprenderás
mediante esos actos generosos y sacrificados hacia el hermano, a través Mío.
Este amor todo lo olvida, todo lo abarca; se da por entero en esos pequeños
detalles que pasan desapercibidos; se realiza en el silencio y en lo más
profundo del corazón; no está pendiente de los desprecios, deslealtades,
criticas o malos modos; porque este amor, esta caridad, está movida por el
mismo Amor con el que Yo te amo, hijo mío. Ponte en el lugar de tu hermano,
reza por él, ayúdale en lo que necesite y olvídate de ti mismo y de tus cosas,
que de esas me ocupo Yo.
La caridad, el amor, es lo
más grande que un alma puede dar, es la auténtica felicidad aquí en la tierra,
y con ella heredarás el Cielo.
3) Oración:
Padre mío, me agarro
fuertemente a Tu Mano; sé que me falta fe, y a veces miro hacia otro lado. Sé
que por este camino caeré, por eso me agarro fuerte y no me suelto, y si caigo
me levanto.
Comienza un nuevo día, y tengo todo lo que necesito, porque te
tengo a Ti y a mi Madre Santísima. Miro hacia delante y no miro atrás. Comienzo
una nueva lucha que te ofrezco con todo mi amor.
Voy a intentar ver en cada
rostro tu Amor hecho vida, el amor que debo dar, porque sé que estoy llamado a
eso: a amar. Es lo único que merece la pena, y mis manos debo llenar de ese
amor por las almas y de esa Bendita Caridad.
4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor,
pongo amor donde no hay amor y encontraré el amor.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.
FINAL DE LA NOVENA
Para ti Señor, te doy lo
mejor de mi vida, te doy todos mis bienes, te doy todo lo que soy, lo que
tengo, mi familia, trabajo, talentos, enfermedades, ¡todo! Para Ti también todo
lo que me has dado en la vida, no pongo límites ni condiciones. Enséñame, Padre
mío, a no negarte nada, a ofrecerte
siempre lo mejor que tengo en mí, ¡todo lo que está dentro de mí!
Enséñame a ser muy generoso en ese sacrificio; en esa cruz que Tú, a lo largo
de estos días, me has enseñado a amar. Que a través de todas estas virtudes
llegue a la plenitud del amor.
Me entrego a Ti por
completo. Y esa entrega será cada día, paso a paso, sin escatimarte nada.
¡Haz
de mí Tu Santa Voluntad!
NUESTRA MADRE, MARÍA,
REINA DE LA PAZ
Querido hijo: ya tienes en
tus manos esta Novena al Amor a la Cruz.
Cada día, esas palabras
Divinas las debes de llevar a la oración; para que, poco a poco, vayan calando
en tu interior, y tu vida se transforme completamente.
Hazla todas las veces que
te hagan falta. Es una Novena para todo el año; ya que, cada vez que la
empieces de nuevo, nuevas luces tendrás del Espíritu Santo.
Vuelvo a recordarte la
Cruz, la cruz que nunca te ha de faltar, que te encamina hacia la Gloria; que
va a formar parte siempre de tu vida.
¡Introdúcete en el Madero!
Impregnado de la Sangre de Cristo. Sangre purificadora derramada con Amor. Cada
gota de Su Santísima Sangre contiene todo el amor que dio por ti.
Esta Cruz será la
compañera de camino, será tu guía, será el libro donde aprendas a ser santo.
Yo te acompaño, hijo mío,
para que el camino sea más fácil y más corto; cada paso, cada acción, estará
precedida por mi compañía, por mi ayuda, por mi Paz, por el amor que deseo dar
a cada uno. En especial a ti.
Soy la Medianera entre
Dios y los hombres, ¡agárrate fuertemente a mi mano! Y todo lo que hagas que
sea a través de mí, para que Yo se lo lleve al Señor.
Recuerda también sus
Llagas, todas ellas te unen a Su sufrimiento, quedan abiertas para albergar el
amor a cada hombre, ya que son un cúmulo de gracias para todo aquel que desea
amar el sufrimiento, el dolor, por Él.
Por lo tanto, hijo mío,
llévate a la oración esta novena: Novena de Amor a la Cruz. Y así, cada día,
notarás esa cercanía, ese cambio interior, ese avanzar en la vida espiritual, y
ese amor que irá creciendo día a día, hasta llegar a la Santidad.
*******
De acuerdo a los decretos
de Urbano VIII y de la Sagrada Congregación de Ritos, declaramos que a cuanto
se expone en la presente publicación no se da otra fe sino aquella que merece
el atendible testimonio humano, y que no se pretende en modo alguno prevenir el
juicio de la Santa Sede.
El Decreto de la
Congregación para la Propagación de la Fe (A.A.S. n.58/16 del 29 de diciembre
de 1966) que abroga los cánones 1399 y 2318 del antiguo Código de Derecho
Canónico, fue aprobado por S.S. Pablo VI y publicado por su voluntad. Por lo
cual: No se prohíbe divulgar, sin licencia expresa de la Autoridad
Eclesiástica, escritos tocantes a nuevas apariciones, revelaciones, visiones,
profecías y milagros, con tal que se observe la doctrina y la moral cristiana
general.
En el caso del presente
libro, tanto María Asunción como yo sometemos el juicio definitivo sobre la
realidad sobrenatural de estos escritos a la Autoridad del Magisterio de la
Iglesia, que tiene la misión de no extinguir el Espíritu, sino de examinar todo
y conservar lo que es bueno (Cfr. 1 Ts 5,19-21).
P.
Manuel Muela Muela
El
Director Espiritual
25
de Marzo de 2019
Festividad
de la Anunciación de la Virgen
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