sábado, 18 de abril de 2020

NOVENA AL AMOR A LA CRUZ



NOVENA AL AMOR A LA CRUZ

Fuente: caminandoconmaria.es/

Introducción:
De Nuestra Madre del Cielo, María Reina de la Paz:
Queridos hijos, quiero presentaros esta novena, Novena al Amor a la Cruz, para que mediante ella aprendáis ese amor que os llevará por caminos insospechados.

Esta novena está dictada por el Señor, y cada día comenzará con la oración preparatoria que hoy os transmito. Oración profunda que cada día repetiréis para preparar vuestra alma para lo que vuestro Padre os quiere enseñar.

Cada día el Señor os acercará al amor a la Cruz a través de una virtud concreta, que sin ella, es imposible amar el bendito Madero. Hacedla con pausa, pensando bien lo que decís y a quién lo decís, para que penetre en vuestro interior y deis el definitivo salto que necesitáis para seguir este camino de santidad.

Prepararos bien, no la hagáis de forma rutinaria y con indiferencia; y si ponéis ahí todos vuestros sentidos y todo vuestro amor, notaréis rápidamente el resultado.

ORACIÓN PREPARATORIA
PARA TODOS LOS DÍAS


Oración de Amor a la Cruz:
Alma mía, aquí te presento El Madero. Lo tienes ante tus ojos, turbios por tus miserias; pero, acércate, no te quedes lejos huyendo del signo de mi Realeza: La Santísima Cruz.

Parece un simple madero, pero ha redimido tu alma con todo el Amor que Yo te he dado. Arrodíllate. Aquí me tienes.

Ábreme tu corazón dolorido y Yo te iré enseñando que el dolor se convierte en gozo, la tristeza en alegría, el desaliento en fortaleza, la oscuridad en luz.

Derrama tus lágrimas, te estoy esperando y deseo abrazarte.

Entrégame tus potencias, tu salud, tu trabajo, tu familia, tus alegrías y preocupaciones, tu forma de ser y actuar, tu amor por mí.

Dámelo todo. Vacíate y pon todo en mis manos; lo llevaré a ese Bendito Madero y allí se unirá a mi Amor por ti.

Descansa alma mía, y repite estas palabras varias veces:
“Señor, deseo ser tu cirineo; enséñame a amar la Cruz”.

DÍA PRIMERO

1) Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:
Querido hijo, antes de comenzar la Pasión, reuní a los apóstoles para darles el “Alimento Santo” en esa primera Eucaristía. Necesitaban Fe para creer en todo lo que después iba a acontecer.

 Tú, hijo mío, empiezas esta novena para aprender a amar la Cruz, y para ello, necesitas creer que todo lo que allí aconteció fue por amor a ti.

Todos los días se repite esta donación en cada Sagrada Eucaristía. Acude a este Santo Sacrificio donde Yo me doy a ti, simple criatura. ¡Ven con el alma limpia y pide perdón de corazón! Escucha cada palabra, vive cada momento como si estuvieras allí presente en el Calvario.

Alma mía, allí quedará reforzada tu fe, al creer sin ver, al hacer ese acto de humildad diciendo las palabras del Centurión: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.

 En el momento de la Consagración, al pie de la Cruz, contempla a quien tanto te ama. Haz ese acto de fe, porque estoy ahí presente dándotelo todo. Dame tu vida, tus dudas, tus faltas de fe. A través de esta virtud tendrás esa seguridad del Amor que recibes, y ¡te sentirás tan nada! que Yo entraré dentro de ti y ya lo tendrás todo.

En cada Santa Eucaristía  repite varias veces:   “Señor, que vea”.  “Señor que vea”.

3) Oración:

Padre mío, sé que en cada Eucaristía vuelves a ser crucificado, y te ofreces a cada hombre. Estoy al pie de la Cruz, te estás dando a mí, y veo que tantas veces me encuentro indiferente, me distraigo y no pongo atención. ¡El Cielo se abre para mí! Allí, al pie de la Cruz se encuentran los Ángeles, los Santos, los seres queridos, y tu Madre, María Santísima; pero sobre todo Tú, sufriendo por mí.

Voy a poner todos los sentidos y me voy a ofrecer a ti, no sin antes pedirte perdón por mi desidia. Deseo en esos instantes abrazarme a la Cruz, diciéndote: “yo no soy digno…”; ¡Perdóname! Haz de mí un verdadero discípulo; que con mis obras te ame. Imprégname con tu Sangre y purifica mi alma.
Aquí estoy Señor para hacer tu Voluntad.

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor que vea. Auméntame la Fe.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA SEGUNDO

1) Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:

Querido hijo, ¡aquí tienes El Madero! Esa Cruz, fuente de todas las gracias y virtudes, está clavada en roca firme para que todo hombre se pueda abrazar a ella.

¡Cuántas veces, hijo mío, te sientes desfallecer!; que las fuerzas te abandonan y ya no puedes más. ¡Ven a mí! ¡Yo tengo esa fuerza para darte que tú tanto necesitas! No intentes sacar, tú solo, las cosas adelante, porque no podrás. Si te enfrentas, tú solo, a los problemas y tribulaciones y no vienes a mí, perderás la esperanza, y la roca firme se convertirá en arena movediza.

Alrededor de esa Cruz también se encuentra mi Madre, el Discípulo amado, María Magdalena, y tantos otros, que recibieron allí su conversión.

Medita cada día mi Pasión; eso te hará darte cuenta de lo pequeño que es tu sufrimiento. Pero quiero que me acompañes. Yo caí varias veces, recibí todo tipo de golpes y malos tratos; pero eso fue por amor a ti, amado hijo. ¡Acompáñame! y verás que, todo lo que te cuesta, conmigo te costará menos, y poco a poco la virtud de la fortaleza se irá adueñando de tu alma para que seas ese hijo que todo lo abandona en manos de su Padre.

 ¡Acompáñame, alma mía! Tus sufrimientos los haré míos; pero tú, viviendo conmigo todos esos momentos dolorosos, aprenderás a amar el sufrimiento, porque me ayudarás a redimir a las almas. Alma fuerte, recia, cimentada en roca.

3) Oración:

Señor, soy como un niño que quiere crecer en tus  brazos. No soy digno ni de acercarme  a ellos, pero, necesito Tu fuerza. Veo que no puedo; ¡es tanta la soledad que ofrece el mundo…! que mi corazón anhela ser ese corazón alegre y lleno de esperanza.

Te pido que me hagas humilde para seguir tus enseñanzas; que mi alma sea la de un niño que todo lo espera y lo aguarda. La espera, en ese silencio, de un alma enamorada que nada pide a cambio, solo aprender a quererte con esa fuerza que a través de la humildad me lleva al Amor.  Aquí Señor tienes a este niño que mucho se olvidó de ti; pero ahora me acercaré a tu sufrimiento para amarlo, comprenderlo, y dejar apartado el mío y ayudar a los demás.

Estoy delante de la Cruz, clavada en esa roca firme; y yo, con tu ayuda, clavo mi vida junto a ese Madero, para fortalecer mi alma en tu Divina Voluntad.

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor fortaléceme, y que aprenda a amar la Cruz.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA TERCERO

1) Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:
Alma mía, desde la Cruz emití unas palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Fui crucificado con los brazos abiertos para que todos mis hijos… ¡para que tú, alma mía! vengas a ellos y encuentres ese Amor que removerá tu alma para pedir perdón.

Muchos te ofenden en el camino, y sientes esa falta de amor hacia ti de muchos de tus hermanos; pero piensa, que tú también muchas veces te portaste mal con ellos o fuiste descuidado y no prestaste atención a sus necesidades. El perdonar engrandece y ennoblece el alma, se aprende a amar, y te olvidas de ti mismo.

Yo, desde la Cruz, perdoné a todos aquellos hombres que me odiaban o eran indiferentes a mi Amor. Di mi vida por ellos, y también la doy por ti.

Esta Santa Cruz te lleva a un sacramento: al de la Penitencia. Allí me encuentro Yo, esperándote para perdonarte. Busca los motivos de tus pecados e infidelidades, y en la soledad de la oración, pídeme luz para ver todo aquello que te aleja de mí.

Para aprender a amar esta Cruz bendita tienes que darte cuenta de lo que me ofendes, y con el alma arrepentida pedir perdón. Y allí, arrodillado frente a ella, verás la luz del Amor que desprende, sin dar pie al rencor, ni tomar en cuenta el desprecio de tantas almas.

¡Ven a mí! que deseo perdonarte, y así volverás a empezar de nuevo, para aprender poco a poco el amor a esta Santa Cruz.

3) Oración:

Padre mío, perdóname por tantas veces que me separo de ti.

Sé que Tú únicamente puedes sanarme, pero me falta fe, confianza, y a veces me desaliento  al contemplar mi interior.

Deseo sentir dolor por mis pecados para que Tú me sanes, como a aquel leproso, y de esta manera, en mi alma solo existirá esa alegría interior, esa paz que solo puede dar el verse liberado de la lepra del pecado.

Tócame el alma, para que llegue esa gracia que todo lo puede. Vuelvo a ti; no quiero apartarme del camino, pues deseo contemplar tu “mirada” de Misericordia.

Sé que para ti soy único e irrepetible, que has dado la vida por mí. Y ahora me acerco a esa Cruz Bendita; me arrodillo con humildad, y lloro por mis pecados y faltas de amor. Pero, al estar tan cerca de Ti, voy notando esa Paz que inunda mi alma, porque, al arrepentirme del mal que te hice, me he podido acercar a Ti, y me has tocado, me has abrazado y me has amado. ¡Gracias Padre mío!

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor pequé. Tened piedad y compasión de mí.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA CUARTO

1) Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:
Hijo mío, desde que nací hasta que subí al Cielo, toda mi andadura por la tierra estuvo presidida por la obediencia a mi Padre. Este sufrimiento que padecí fue por ti, por todos los hombres. Me humillé hasta la muerte de cruz; pero, ¡el obedecer da alas para volar muy alto!

 Yo te ofrezco el Evangelio, donde encontrarás todo lo que hará de ti esa alma llena de Dios. Ahí se contiene toda mi enseñanza; y si sigues mis mandatos no perderás tu libertad tan anhelada y codiciada.

Tú eres el que eliges; Yo te brindo mi ayuda. No te será fácil, porque desearás  que prevalezca tu voluntad sobre la Mía. Pero piensa que, si sigues las enseñanzas de mi Evangelio, vivirás el Cielo en la tierra; el amor que vivirá dentro de ti será el Mío, que quiere darse a todos los hombres. Solo tienes que apartar esa rebeldía que nace de la soberbia; ese querer hacer las cosas a tu manera; ese no querer someterte a nada que no sea a ti mismo.

La obediencia a todo lo que te enseño te hará comprender el significado de la Cruz; porque, al someter todo tu ser a lo que te pido, los razonamientos humanos dejan de existir para que quedes inundado por todo lo Divino.

Póstrate ante la Cruz, y dime con el corazón en la mano: “Que se haga en mí tu Divina Voluntad”.

3) Oración:

Señor, ¡que vea como Bartimeo!

Indícame el camino que tú deseas que yo siga; muéstramelo y ayúdame a seguirlo, porque yo solo deseo obedecerte, me cueste lo que me cueste.

Deseo darme a ti por completo, no reservándome nada.

Todo lo mío es tuyo; por tanto, haz de mi vida lo que desees; es tuya por completo. Que vaya segura por ese camino, sin dudas, porque sé que es lo que quieres para mí.

Aparta todos mis gustos, caprichos, anhelos…, todo lo que implique egoísmo, soberbia, apegos. Yo te doy mi alma, ¡te doy todo lo que poseo! Hazme ver el camino, y yo lo seguiré, obedeciendo a todo lo que me mandes.

¡Ven Espíritu Santo! ¡Hazme ver, te lo suplico Señor! No quiero en ningún momento apartarme de Ti; mi único deseo es cumplir tu Santa Voluntad.

4) Jaculatoria que debemos repetir:
Que se cumpla en mí tu Santa Voluntad.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria. 


DÍA QUINTO

1) Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:

Alma mía, estando crucificado dije estas palabras: “Tengo sed”. Pasé por todos los tormentos, pero el mayor de todos ellos fue el no encontrar amor en tu alma.

Sitúate en el Calvario, que a los ojos humanos no ofrece nada agradable que ver. Por eso, debe cambiar tu interior y hacerte humilde, olvidarte de ti mismo. Todo eso que llevas te pesa, porque son todas tus debilidades, miserias, pecados, olvidos, egoísmos, soberbia…

Para amar la Cruz hay que entender por qué fui tan humillado ¡Todo fue por ti, alma mía! De esta manera fuiste redimido, como el resto de los hombres. Y sigo sintiendo esa “sed” que me abrasa, porque busco tu amor. Esa es la “sed” que tiene mi corazón: AMOR.

El amor que debe anidar en tu corazón, porque te has ido desprendiendo de todo lo que te separaba de mí. ¡Despréndete de todo ello! y así, cuando te acerques a la Cruz, no verás en ella a un pobre crucificado, sino a Aquel que dio su vida por ti y te ama.

¡Hazte pequeño! Sirve a tus hermanos, date cuenta de tus miserias. ¡Humíllate y abrázate a la Cruz! donde mi Amor te espera.

3) Oración:

Señor, aquí estoy, delante de ti, de rodillas ante todo un Dios.

Desde lo alto de la Cruz Tú me miras, yo te miro. Y ¿qué contemplas? Una simple criatura que solo desea aprender a amarte.

¡Ten misericordia de mí! No tengo derecho de estar contemplándote. Pero, ¡es tanto lo que me quieres! que permites que un ser como yo se atreva a mirarte.

Cuando te miro mi corazón se llena de alegría; es la Luz que sale de Ti hacia mí, y me llena el alma de esa Paz y de ese inmenso gozo que solamente Tú puedes dar.

Perdóname Padre mío. Recoge mis lágrimas a través de mi Madre del Cielo, como signo de mi arrepentimiento.

Nada soy, nada valgo, nada tengo, pero contigo todo lo puedo. Eres mi Guía; enséñame a caminar y dame la virtud de la humildad, para aprender a amar la Cruz.

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Nada soy, nada valgo, nada tengo, pero contigo todo lo puedo.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA SEXTO

1) Hecha la señal de la Cruz, se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:

Hijo mío, a lo largo de mi Pasión, Muerte y Resurrección, los apóstoles me abandonaron, pero Judas particularmente.

Él fue abandonándose al mundo, a su propia inseguridad; no creyó en Mí y me fue infiel. Cometió un gran pecado, pero no acudió a Mí para que le perdonara. Se desesperó y se ahorcó; terminó con su vida.

Hijo mío, no te encierres en tí mismo, en tus cosas, en tu mundo tan frágil y quebradizo, y tremendamente limitado. A lo largo de tu vida te encontrarás problemas, situaciones, conflictos, enfermedades… Pero no puedes luchar solo; tus fuerzas son humanas y debes confiar en Mí para que Yo te ayude en todas ellas. Desecha el desánimo, la tristeza, el desaliento, ¡y espera en Mí! Yo soy fuente de toda Esperanza. Y la cruz que tengas cada día debes aprender a amarla. Si desconfías de Mí perderás la esperanza, y te apartarás de la ayuda que Yo deseo darte. ¡Acude a mi Madre! en todos esos momentos que parece que todo se hunde y que no encuentras salida.

La mejor arma para combatir el desaliento y la falta de esperanza es el “Santo Rosario”. De él huye el enemigo. Y recibes la fuerza que en esos momentos necesitas. Todo ese ramillete de Avemarías suben como incienso al Cielo, y mi Madre las recoge inundándote de gracias para combatir al enemigo.

Al final de cada rosario siempre hay una Cruz que cuelga de él; y es que no olvides que cada Avemaría recuerda ese “Sí” que, a través de la Cruz, quedó redimiendo al mundo. Rézalo con devoción, y aprenderás a darte cuenta que la Cruz es fuente de paz y de alegría, porque te purifica y redime, y te hace abandonarte totalmente en Mis Manos. 

3) Oración:

Padre mío, no quiero apartar la vista de Ti, y no deseo avergonzarme. Parece que nada tienes, pero lo tienes todo, y es ese Amor por mí.

Al verte tengo que preguntarme: ¿Qué hago yo por Ti? ¿Qué vale mi vida, si la pierdo en cosas vanas? ¿Por qué me aferro a mi “yo”, si es el Señor el que me contempla pidiendo mi amor?

Debo despojarme de todo, Padre mío; ¡ayúdame a hacerlo! porque deseo tener el corazón libre para amarte. A veces me agobian los problemas y me encuentro entre tinieblas; pero, si miro al Madero, símbolo de dolor y de contradicción, sé que es el Camino verdadero donde encontraré la Luz que guía mis pasos.

Allí te veo taladrado y sujeto de aquellos clavos, donde se derrama tu Sangre. Debo limpiar mi interior y despojarme de lo que llevo dentro. ¡Te lo doy a ti, Padre mío! Y me abrazo a esa Cruz que me da esperanza para seguir.

Es la Luz que ilumina mi alma, es la guía que encamina al Cielo, es la esencia de mi vida porque con ella todo adquiere sentido y se descubre esa dimensión divina cuando camino sobre la tierra. Me ofreces el amor hecho vida, la Luz que llega a mí en este mundo de tinieblas.

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
En Tí espero Señor, dame la luz de la Esperanza.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA SÉPTIMO

1) Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:

Querido hijo, en lo alto de la Cruz pronuncié unas palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Sentí la soledad, sentí el abandono de los hombres, y el dolor que causa esa oscuridad; pero mi Padre no me había abandonado, Él me sostenía, me abrazaba, estaba a mi lado.

 Con esto te quiero enseñar que, a lo largo de tu vida, te encontrarás muchas veces solo, triste, sin ilusión, con falta de esperanza y sin rumbo claro en la vida; y eso ocurre porque te alejas de Mí.

¡Abandona todo en mis manos! ¿No te das cuenta que si lo haces a tu manera, si prescindes de mi ayuda, no harás las cosas bien? Hijo mío, ¡solo no puedes! ¡No me ignores! Y no huyas, porque Yo deseo ayudarte.

Acude a mí en la oración; allí dame todas tus cosas: penas, alegrías, preocupaciones, oscuridades, inseguridades…  porque Yo te daré la luz y la paz, para que sepas cómo debes actuar y salgas fortalecido.

Acude a Mí, ¡Yo siempre te escucho! porque me importa todo lo que te pasa. Abandónate y confía en Mí. Yo no te abandonaré ni te dejaré solo,

Tras la Muerte vino la Resurrección; tras el abandono en las manos del Señor, llegó la Luz que da sentido a todo aquello que te cuesta y te preocupa.
Di estas palabras:
“Señor, confío en ti, me abandono en ti, te lo doy todo”. 

3) Oración:

Siento una luz en mi alma que va iluminándolo todo, ¿eres tú, Señor? Aquí dentro está la Luz, la Luz que ilumina mi existencia, que da forma a todo y le da su razón de ser.

Mi interior queda iluminado cuando me acerco a Ti a orar, y así puedo ver todas mis miserias, los rincones sucios y las telarañas.

Señor, con tu ayuda quiero limpiarlo, pero eres Tú el que lo haces, yo no puedo. Pero, antes de estar contigo, al ver mi suciedad, solo puedo pedirte perdón.

Soy el hijo prodigo, que vuelve a la casa de su padre, sucio, roto, angustiado y sin fuerzas; voy a ti, Padre, y te lo doy todo. ¡Solo no puedo! Todo lo que me inquieta, me preocupa… todo eso, al dártelo me olvido de todo, porque Tú lo tienes en tus manos, y yo confío y me abandono.

Aquí me tienes Padre mío, abro mi corazón y me someto a tu Misericordia, desprendiéndome de todo lo que me aleje de ti.

¡Enséñame a amarte! a dejarme moldear por Ti, y a confiar plenamente.  Me abandono en tus manos, me dejo abrazar por Ti y deseo hacer tu Voluntad.

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor, confío en Ti, me abandono en Ti, te lo doy todo.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA OCTAVO

1) Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:

Alma mía, hoy quiero que te acerques a la Cruz, pero sabiendo lo que significa. Hasta el último momento fui fiel a ella, aunque eso me llevó a cargar con todos vuestros pecados y miserias. La Cruz duele, pesa, marca, pero te lleva a Dios. ¡No te canses de llevarla! aunque a veces pienses que no puedes. Son momentos difíciles en los que el alma se siente agotada, sin fuerzas, pero ahí es donde me encuentro Yo para ayudarte.

Hijo mío, ¡sé fiel! no me abandones, esta fidelidad te llevará al Cielo, donde te espero. Por duro que te parezca puedes, alma mía, porque tú sola no llevas la carga, ya que Yo te ayudo a llevarla. ¡Dámelo todo, no te guardes nada! porque si no, te pesará más.

Cada noche, antes de acostarte, encuéntrate conmigo y pide luz al Espíritu Santo, para ver qué cosas te han  separado de mí. Este examen de conciencia te ayudará a ser fiel, porque cada día lucharás por mejorar, por acercarte más a mí, por entender y amar la Cruz; y de esta manera ya no huirás de ella, sino que me acompañarás en mi sufrimiento.

No olvides estas palabras, hijo mío: El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho. Cuida ese pequeño detalle de amor, y siempre estarás a mi lado amando la Cruz.

3) Oración:

Padre mío, te encuentras crucificado, ¡has dado la vida por mí! y yo solo respondo ante tanto sufrimiento con desamor, deslealtad, indiferencia y frialdad.

No mires mi corazón, porque aún no aprendí a amarte; sé que me esperas y deseas abrazarme, pero yo huyo, me escondo y no te acompaño en tu dolor. ¡Perdóname, te lo suplico! ¡Ten compasión de mí! Acudo a tu Misericordia y empiezo de nuevo. ¡No me abandones, Padre mío!

Hoy hago un propósito: no huir más de Ti y abandonarme en tus manos. Deseo fervientemente amar la Cruz, deseo serte fiel hasta el día de mi muerte. Aquí me tienes Padre. ¡Te serviré!

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Todo lo mío es tuyo, haz de mí un servidor fiel.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


DÍA NOVENO

1) Hecha la señal de la Cruz se dirá todos los días la oración preparatoria de Amor a la Cruz.

2) Sagrado Corazón de Jesús:

Hijo mío, este es el último día de la Novena al Amor a la Cruz. Y para llegar a este verdadero amor, lo que deseo enseñarte es la auténtica Caridad, ¡no hay mayor acto de amor que dar la vida por el hermano!

Allí os contemplé a todos, tú también estabas allí, alma mía. Y te lo di todo, ya no te puedo dar más. Abre tu corazón y recibe esta entrega y esto te ayudará a comprender como tienes que aprender a amar: ¡siempre a través de la Cruz!  Porque es el lenguaje del sacrificio, del olvido de sí, de todas las virtudes…  llevándote a ese amor que en ningún lugar podrás aprender.

Ese amor lo aprenderás mediante esos actos generosos y sacrificados hacia el hermano, a través Mío. Este amor todo lo olvida, todo lo abarca; se da por entero en esos pequeños detalles que pasan desapercibidos; se realiza en el silencio y en lo más profundo del corazón; no está pendiente de los desprecios, deslealtades, criticas o malos modos; porque este amor, esta caridad, está movida por el mismo Amor con el que Yo te amo, hijo mío. Ponte en el lugar de tu hermano, reza por él, ayúdale en lo que necesite y olvídate de ti mismo y de tus cosas, que de esas me ocupo Yo.

La caridad, el amor, es lo más grande que un alma puede dar, es la auténtica felicidad aquí en la tierra, y con ella heredarás el Cielo.

3) Oración:

Padre mío, me agarro fuertemente a Tu Mano; sé que me falta fe, y a veces miro hacia otro lado. Sé que por este camino caeré, por eso me agarro fuerte y no me suelto, y si caigo me levanto.

Comienza un nuevo  día, y tengo todo lo que necesito, porque te tengo a Ti y a mi Madre Santísima. Miro hacia delante y no miro atrás. Comienzo una nueva lucha que te ofrezco con todo mi amor.

Voy a intentar ver en cada rostro tu Amor hecho vida, el amor que debo dar, porque sé que estoy llamado a eso: a amar. Es lo único que merece la pena, y mis manos debo llenar de ese amor por las almas y de esa Bendita Caridad.

4) Jaculatoria que debemos repetir 3 veces:
Señor, pongo amor donde no hay amor y encontraré el amor.
5) Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y Gloria.


FINAL DE LA NOVENA

Para ti Señor, te doy lo mejor de mi vida, te doy todos mis bienes, te doy todo lo que soy, lo que tengo, mi familia, trabajo, talentos, enfermedades, ¡todo! Para Ti también todo lo que me has dado en la vida, no pongo límites ni condiciones. Enséñame, Padre mío, a no negarte nada, a ofrecerte  siempre lo mejor que tengo en mí, ¡todo lo que está dentro de mí! Enséñame a ser muy generoso en ese sacrificio; en esa cruz que Tú, a lo largo de estos días, me has enseñado a amar. Que a través de todas estas virtudes llegue a la plenitud del amor.

Me entrego a Ti por completo. Y esa entrega será cada día, paso a paso, sin escatimarte nada.

¡Haz de mí Tu Santa Voluntad!

NUESTRA MADRE, MARÍA, REINA DE LA PAZ
Querido hijo: ya tienes en tus manos esta Novena al Amor a la Cruz.

Cada día, esas palabras Divinas las debes de llevar a la oración; para que, poco a poco, vayan calando en tu interior, y tu vida se transforme completamente.

Hazla todas las veces que te hagan falta. Es una Novena para todo el año; ya que, cada vez que la empieces de nuevo, nuevas luces tendrás del Espíritu Santo.

Vuelvo a recordarte la Cruz, la cruz que nunca te ha de faltar, que te encamina hacia la Gloria; que va  a formar parte siempre de tu vida.

¡Introdúcete en el Madero! Impregnado de la Sangre de Cristo. Sangre purificadora derramada con Amor. Cada gota de Su Santísima Sangre contiene todo el amor que dio por ti.

Esta Cruz será la compañera de camino, será tu guía, será el libro donde aprendas a ser santo.

Yo te acompaño, hijo mío, para que el camino sea más fácil y más corto; cada paso, cada acción, estará precedida por mi compañía, por mi ayuda, por mi Paz, por el amor que deseo dar a cada uno. En especial a ti.

Soy la Medianera entre Dios y los hombres, ¡agárrate fuertemente a mi mano! Y todo lo que hagas que sea a través de mí, para que Yo se lo lleve al Señor.

Recuerda también sus Llagas, todas ellas te unen a Su sufrimiento, quedan abiertas para albergar el amor a cada hombre, ya que son un cúmulo de gracias para todo aquel que desea amar el sufrimiento, el dolor, por Él.

Por lo tanto, hijo mío, llévate a la oración esta novena: Novena de Amor a la Cruz. Y así, cada día, notarás esa cercanía, ese cambio interior, ese avanzar en la vida espiritual, y ese amor que irá creciendo día a día, hasta llegar a la Santidad.

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De acuerdo a los decretos de Urbano VIII y de la Sagrada Congregación de Ritos, declaramos que a cuanto se expone en la presente publicación no se da otra fe sino aquella que merece el atendible testimonio humano, y que no se pretende en modo alguno prevenir el juicio de la Santa Sede.

El Decreto de la Congregación para la Propagación de la Fe (A.A.S. n.58/16 del 29 de diciembre de 1966) que abroga los cánones 1399 y 2318 del antiguo Código de Derecho Canónico, fue aprobado por S.S. Pablo VI y publicado por su voluntad. Por lo cual: No se prohíbe divulgar, sin licencia expresa de la Autoridad Eclesiástica, escritos tocantes a nuevas apariciones, revelaciones, visiones, profecías y milagros, con tal que se observe la doctrina y la moral cristiana general.

En el caso del presente libro, tanto María Asunción como yo sometemos el juicio definitivo sobre la realidad sobrenatural de estos escritos a la Autoridad del Magisterio de la Iglesia, que tiene la misión de no extinguir el Espíritu, sino de examinar todo y conservar lo que es bueno (Cfr. 1 Ts 5,19-21).

P. Manuel Muela Muela
El Director Espiritual
25 de Marzo de 2019
Festividad de la Anunciación de la  Virgen

ROSARIO DE LA RESURRECCIÓN PARA HACER EN HORA SANTA



 

ROSARIO DE LA RESURRECCIÓN

 Y MEDITACIONES DE SAN JUAN PABLO II

 

Hora Santa

Parroquia de San Pío X


Se reza la Estación del Santísimo Sacramento

V. En los cielos y en la tierra sea para siempre bendito  y alabado.

R. El Santísimo Sacramento del Altar.


Padrenuestro

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; Venga a nosotros tu reino; Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy;  perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación; más líbranos del mal. Amén.


V. Dios te salve María; llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  Amén.


Oración.

Soberano Señor Sacramentado, segura prenda de la eterna gloria, ésta estación recibe con agrado, por ser de tu pasión tierna memoria, haz que destruido el reino del pecado, tu Iglesia Santa cante la victoria, asistiéndola siempre con tus dones en sus necesidades y aflicciones. Amén.


Hagamos un acto de fe en Jesús, como Buen Pastor 

Credo de los Apóstoles: (Sobre un Crucifijo)

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.


(Leamos despacio y meditemos)

Tú Dios mío, eres mi pastor, contigo nada me falta. 

Me haces descansar en verdes pastos, Y para calmar mi sed me llevas a tranquilas aguas. 

Me das nuevas fuerzas y me guías por el mejor camino, porque así eres tú. 

Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo de nada, porque tú eres mi pastor y siempre estas a mi lado, me guías por el buen camino y me llenas de confianza.


Renovemos la confianza en la Divina Misericordia:

Señor Jesús, vengo a tu presencia, reconociendo que no siempre he valorado el don de la vida. Tú me has regalado el existir, para que con tu gracia, fuese creciendo en vida plena, vida abundante.

Sin embargo, reconozco que muchas veces he dado lugar en mi mente a pensamientos que han ido en contra de la vida sobreabundante que tú quieres proveerme, perdóname por los pensamientos equivocados, por los pensamientos negativos y pesimistas, por los pensamientos de juicio y condenación contra  mis hermanos que niegan la misericordia, perdóname por aceptar los pensamientos que me han llevado al terreno de los vicios capitales.

 Perdóname, pues la aceptación de estos pensamientos me ha llevado a tener sentimientos negativos perdiendo así la paz y la alegría que viene de tu amor, hablando y actuando de manera equivocada. Hoy renuevo mi confianza en tu Divina Misericordia y en tu perdón, pidiendo también la gracia que a través de los misterios de la resurrección me concedas la vida nueva y abundante que quieres para mí y para las personas por quienes quiero interceder. Así sea.


Responsorio Penitencial:
A cada oración responderemos: R. Señor ten piedad

• Por no valorar conscientemente la vida que me das…

• Por no valorar la vida de quienes están junto a mí…

• Por no valorar la vida de los menos favorecidos a los ojos del mundo…

• Por no valorar y defender la vida desde el vientre materno con mayor intensidad…

• Por no valorar la vida de los ancianos y los enfermos…

• Por las veces que no he cuidado y fortalecido la vida espiritual…

• Por no valorar y descuidar mi vida emocional…

• Por no alimentar el crecimiento de la vida intelectual…

• Por haber puesto en peligro en algunos momentos mi vida física o la de otras personas…

Señor Jesús, aumenta en nosotros el deseo de tener vida plena, vida abundante, a fin de que podamos ayudar a otros a amar la vida y a defenderla. Amén.

PRIMER MISTERIO

Jesús resucitado se presenta a su Madre, la Virgen Santísima. 

Pidamos a nuestra Madre santísima la gracia de la fidelidad y una confianza firme en Jesús vivo para que se nos muestre en el momento oportuno.


Nos dice Juan Pablo II

Después de que Jesús es colocado en el Sepulcro, María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la resurrección. La espera que vive la Madre del Señor el Sábado Santo constituye uno de los momentos más altos de su fe, en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas.


Contemplación y reflexión.

Contempla a María en Oración. Ella está postrada en una casita que posiblemente le han prestado, en las afueras de Jerusalén, entregando a Dios todo lo que hay en su oración. Cuantos recuerdos afloran a su mente, cuantos sentimientos dormidos despiertan en su corazón, la promesa del Arcángel Gabriel, la efusión del Espíritu Santo, por la cual Dios se encarno en su vientre, el nacimiento en Belén, la huida a Egipto, el Niño Jesús creciendo, sus primeros pasos, las primeras palabras, las risas y el asombro junto con José cada nuevo gesto de Jesús…

En todos estos recuerdos hay dolor, pero también hay agradecimiento por todo lo vivido y sobre todo, hay esperanza. Pues tiene la certeza de que su Hijo está por resucitar.

Puedes imaginar cómo, de pronto, se abre la puerta de la casa y con los primeros rayos del sol de la mañana entra Jesús con su Cuerpo glorificado. ¿Cómo habrá sido ese encuentro entre la madre y el Hijo? ¿Cómo habrá sido la mirada entre María y Jesús? Puedes pedirle al Espíritu Santo que te conceda la gracia de sentir internamente el amor de ese encuentro.

Jesús ayuda a su Madre a ponerse de pie y la abraza estrechamente junto a su pecho. Del divino Corazón surgen rayos de luz que colman el Corazón de María de una nueva Efusión del Espíritu Santo.

Pídele a María la gracia de participar, aunque sea en parte, de la resurrección, en gozo que su corazón traspasado por el dolor, experimento en ese momento.

Cuando Jesús resucitado, se presento a María, seguramente el alma de la Virgen volvió a entonar un cántico de gozo y alabanza, como muchos años antes había alabado a Dios al visitar a su pariente Isabel.

En ese entonces no fueron necesarias muchas explicaciones. El Espíritu Santo estaba haciendo su trabajo y dando a comprender sin palabras como el misterio de la vida se abría camino.

Ahora tampoco son necesarias las palabras, en el abrazo en que se funden como Madre e Hijo, el Espíritu se vuelca nuevamente en el alma de la Virgen y ella experimenta lo que en fe ya sabía: que Dios Padre siempre cumple sus promesas.

 Sumérgete tú también en ese abrazo y deja que el amor de Jesús resucitado y de María, restaure tu corazón.

Siente como esos rayos de luz, que surgen del Corazón abierto, pero glorificado de Nuestro Salvador, penetran en tu corazón y restaura las grietas por las cuales antes perdías la vitalidad y la alegría.

Pídele a Jesús que con su amor restaure tu identidad y fortalezca tu decisión de seguirlo y de serle fiel, de ahora en adelante, en todos los momentos de la vida.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…


Oración:  

“Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”


Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

 “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”


SEGUNDO MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a María Magdalena junto al sepulcro.


Entreguemos a la Virgen santísima y a Dios nuestro Señor, todas las pérdidas que hemos experimentado a lo largo de los años, a fin de que seamos liberados de la amargura que nos produce el recuerdo angustiante de las pérdidas no sanadas.


Nos dice el Cantar de los Cantares:

En mi lecho, durante la noche, busque al amado de mi alma.
 ¡Lo busque y no lo encontré! 
Me levantare y recorreré la ciudad, por las calles y las plazas, buscare al amado de mi alma.
 ¡Lo busque y no lo encontré! 
Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: “¿Han visto al amado de mi alma?” Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. 
 Lo agarré y no lo soltaré.


Nos dice Juan Pablo II:

Jesucristo se aparece en primer lugar a las mujeres, sus fieles seguidoras y no a los discípulos y ni siquiera a los mismos Apóstoles, a pesar de que los había elegido como portadores de su Evangelio al mundo. Es a las mujeres a quienes por primera vez confía el misterio de la resurrección, haciéndolas testigos de esta verdad. Quizá quiera premiar su delicadeza y sensibilidad a su mensaje, su fortaleza, que las había impulsado hasta el Calvario. Quizá quiere manifestar un delicado rasgo de su humanidad, que consiste en la amabilidad y en la gentileza con que se acerca y beneficia a las personas que menos cuentan en el gran mundo de su tiempo.


Contemplación y reflexión:

Contempla a María Magdalena sentada sobre la roca exterior del sepulcro, mirando e interior vacío, la cabeza apoyada sobre la dura piedra, cansada de tanto dolor, de tanta perdida, de tanta incomprensión. Mientras esta allí quebrantada, porque se han llevado el cuerpo de su Señor; va rememorando cómo el encuentro con Jesús, cambió su vida. Ella no conocía el verdadero amor, hasta que Dios, con su delicadeza y respeto, sanó su identidad de mujer y le devolvió la dignidad perdida por el respeto, sanó su identidad de mujer y le devolvió la dignidad perdida por el pecado. Él le enseñó que era posible volver a empezar y en la mirada pura y dignificada de Jesús comenzó a verse a sí misma de un modo nuevo, diferente.

También a ti en este día, se te acerca el Señor Resucitado y te llama por tu nombre (siente en tu interior, con lo oídos del amor, la voz de Jesús pronunciando tu nombre…)

Muchos pueden pronunciar tu nombre, pero sólo Dios, por medio de su Espíritu Santo, puede hacerlo de tal forma que haga vibrar tu corazón. Póstrate espiritualmente ante él, entrégale el dolor por las pérdidas del pasado y del presente, y pídele en cambio que te ayude a abrir el corazón, a fin de que puedas ver en Jesús Resucitado, al Maestro de vida que te guía hacia el clarear de un nuevo día.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…


Oración:  

“Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”


Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

 “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

 

TERCER MISTERIO

Jesús Resucitado se aparece nuevamente a los discípulos en la pesca milagrosa.


Te pedimos Señor, que cuando sintamos tu ausencia, sepamos confiar en que nuestros ojos no te vean y en nuestro corazón parezca que sólo habitan el silencio y la aridez…Tú estás presente.

Que tengamos paciencia y el amor para esperar nuevamente la pesca milagrosa y para reconocerte como Juan a la orilla de nuestras vidas a fin de exclamar con gozo: “Es el Señor”


Nos dice Juan Pablo II:

Es interesante analizar el proceso psicológico que los diversos encuentros con Jesús Resucitado dejan entrever: los discípulos experimentan una cierta dificultad en reconocer no sólo la verdad de la resurrección, sino también la identidad de Aquel que esta ante ellos y aparece como él mismo pero al mismo tiempo como otro: un Cristo “transformado”


Contemplación y reflexión:

Contempla a los discípulos que están pescando sobre la barca, la cual se mueve suavemente por el arrullo de las olas. Aún no ha amanecido y en el frío de la madrugada se respira la perplejidad pues Jesús Resucitado ya no pasa tanto tiempo con ellos. Al menos en la forma visible en que antes lo percibían. ¡Cuántas veces comenzamos a valorar los momentos en que tuvimos fervor espiritual, recién cuando nos toca atravesar etapas de aridez y sequedad!

Imagina que tu también estás en la barca con los apóstoles. No se habla mucho, hay poco que decir. Sabemos que quien ahora tiene que hablar es Jesús. Él lo hará en el momento en que crea que es mejor hacerlo. Mientras tanto esperamos y confiamos.

Al que creían muerto está vivo. Qué alegría… pero también cuantas preguntas se elevan ahora desde sus corazones a sus mentes: ¿Qué querrá Jesús que hagamos ahora? Se preguntan algunos de los discípulos; ¿me habrá perdonado por haberlo negado? Se pregunta Pedro… Y así en sus corazones hay más preguntas que respuestas… En sus corazones experimentan ahora más incertidumbres que certezas.

Quizás así es mejor… cuando quisieron construir sobre “la certeza” de creerse hombres importantes y poderosos todo se desmoronó, cuando hicieron el bien para buscar el reconocimiento y el respeto de la gente, perdieron todo lo que creían tener.

Hay que comenzar de nuevo les dice el Espíritu al corazón, lo están intuyendo fuertemente. Pero ¿Cómo?… quisieran tener todo bajo control y ahora van comprendiendo que el único al que pueden entregar el control de todas las áreas de su vida es a Jesús.

Quizás también nosotros, en algún momento de la vida pusimos en el corazón en certezas que después con los años demostraron que no eran tan firmes. Quizás también nosotros en algún momento construimos una espiritualidad a nuestra medida o parecer, pues no habíamos aprendido a escuchar en nuestro interior al Espíritu de Dios… 

Quizás también nosotros construimos sobre arena algunas etapas de nuestra vida, en lugar de construir sobre la Roca. Pero ahora es diferente, estamos aprendiendo, lentamente, pero aprendemos. Ansiamos la venida del Maestro y que nos confirme en el llamado a seguirle y a trabajar en la construcción de su Reino a su manera y no a la nuestra.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…


Oración:  

“Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”


Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

 “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

  

CUARTO MISTERIO

Jesús Resucitado se aparece a los discípulos de Emaús


Te pedimos Señor, la gracia de comprender y experimentar que no caminamos solos en el camino de la vida, sino que tú caminas junto a nosotros. Ayúdanos a confiar en tus promesas de bendición, habla a nuestros corazones y abre nuestros ojos y nuestro entendimiento para descubrir tu presencia en nosotros y en quienes has puesto a nuestro lado.


Nos dice Juan Pablo II:

Hay una realidad inicial en reconocer a Cristo por parte de aquellos a los que él sale al encuentro, como se puede apreciar en el caso de la Magdalena y de los discípulos de Emaús… Pero Jesús los lleva gradualmente al  reconocimiento y a la fe. Signo de la pedagogía paciente de Cristo al revelarse al hombre, al atraerlo, al convertirlo, al llevarlo al conocimiento de las riquezas de su corazón y a la salvación.


Contemplación y Reflexión:

Contempla en tu interior a estos dos hombres que, desanimados y tristes, caminan desde Jerusalén hacia Emaús. Contémplalos como los habrá contemplado el mismo Jesús. Escucha su conversación desesperanzada y sus discusiones, como la habrá escuchado Nuestro Señor y acércate a ellos como el Maestro se acerco. Quizás ellos te reflejen algún aspecto de tu vida o de lo que estás viviendo.

Él se acerca cada día para ayudarte a caminar cuando estas cansado, él se acerca como caminante silencioso para corregir la dirección de tus pasos, cuando estas caminando de manera equivocada, él se acerca cada vez que lo llamas por su nombre. Dile ahora: “Jesús amado, divino caminante de Emaús, acércate a mí, habla a mi corazón y enséñame tus caminos.”

Es necesario leer las Sagradas Escrituras, abriendo la mente y el corazón para poder escuchar a Dios, quien en más de dos mil años no ha cesado de hablar para decirnos que es necesario aprender a vivir.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…


Oración:  

“Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”


Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

 “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

 

QUINTO MISTERIO:

Jesús resucitado se aparece a Tomás y a los demás discípulos que a causa del miedo están encerrados en el cenáculo.


Te pedimos que tu amor entre en nosotros y nos inunde, junto a la presencia de Jesús resucitado y al poder del Espíritu Santo, a fin de que seamos liberados de esas áreas de incredulidad, que al igual que el apóstol Tomás, no nos dejan creer plenamente en que Jesús está vivo.


Nos dice Juan Pablo II:

Jesús se presenta a los discípulos con su cuerpo transformado, hecho espiritual y participe de la gloria del alma, pero sin ninguna característica triunfalista. Jesús se manifiesta con una gran sencillez. Habla de amigo a amigo, con los que se encuentra en las circunstancias de la vida terrena.


Contemplación y reflexión:

Contempla el interior del Cenáculo y los discípulos alterados por la noticia de que hallaron el sepulcro vacío. Es que en ese momento, vacíos también estaban sus corazones, vacíos de fe, de esperanza y de alegría. Las puertas y las ventanas cerradas hacen que el lugar esté oscuro o iluminado tenuemente de manera artificial y que el aire se haya vuelto pesado y rancio por las lámparas de aceite, pero sobre todo por el vacío y a la vez, la pesadez que sienten los discípulos. En un ambiente así se hace hasta difícil respirar.

Cuando Jesús Resucitado se presenta debe invocar sobre ellos una nueva efusión de su Espíritu de paz, diciéndoles: “La paz esté con ustedes” este es el Shalom que tiene como objetivo no solo saludarlos, sino también exorcizar el miedo y la turbación que experimentan, pues piensan que están viendo un fantasma.

Pídele al Señor que sople sobre ti en este momento y siente en tu alma como te saluda con el Shalom, de modo que su paz arroje fuera de tu mente y de tu alma lo que no te deja tener la vida plena, lo que te impide dejar vivir a Jesús resucitado en tu corazón.

Luego, como Tomás, pones toda tu mano en la llaga del Corazón abierto de Jesús, e inundado del amor divino, caes postrado en su presencia, exclamando conmovido: “Señor mío y Dios mío”.

Más fuerte que los pecados, más fuerte que la infidelidad, más fuerte que la incredulidad misma es el amor que lleva al arrepentimiento y mueve a la conversión. Esto es tan cierto que entre los apóstoles solo uno llegó a tocar el Corazón de Jesús y es Tomás, convertido de su incredulidad.

También tú, si has tomado la decisión de comenzar de nuevo o de cambiar el rumbo, puedes hoy tocar el Corazón del Maestro. Anímate, pues él ya está tocando con tu gracia tu corazón.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…


Oración:  

“Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”


Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

 “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”


ORACIONES FINALES: 

Letanías a Jesús

A cada letanía responderemos:

“Ten Misericordia de nosotros”

1.Jesús, resucitado

2.Jesús, amable

3.Jesús, admirable

4.Jesús, Dios fuerte

5.Jesús, mensajero del plan divino

6.Jesús, todopoderoso

7.Jesús, pacientísimo

8.Jesús, obedientísimo

9.Jesús, manso y humilde de corazón

10.Jesús, amante de la castidad

11.Jesús, amador nuestro


12.Jesús, Dios de paz

13.Jesús, autor de la vida

14.Jesús, modelo de virtudes

15.Jesús, celoso de la salvación de las almas

16.Jesús, nuestro Dios

17.Jesús, nuestro Refugio

18.Jesús, padre de los pobres

19.Jesús, tesoro de los fieles

20.Jesús, bueno

21.Jesús, verdadera luz

22.Jesús, sabiduría eterna


23.Jesús, bondad infinita

24.Jesús, camino y vida nuestra

25.Jesús, alegría de los ángeles

26.Jesús, rey de los patriarcas

27.Jesús, maestro de los apóstoles

28.Jesús, doctor de los evangelistas

29.Jesús, fortaleza de los mártires

30.Jesús, luz de los confesores

31.Jesús, pureza de las vírgenes

32.Jesús, corona de todos los santos


33. De todo mal,  R. Líbranos Señor

34.De todo pecado

35.De tu ira

36.De las asechanzas del demonio

37.Del espíritu impuro

37.De la muerte eterna

38.Del menosprecio de tus inspiraciones

39.Por el misterio de tu santa encarnación

40.Por tu natividad

41.Por tu infancia

42.Por tu divinísima vida


43.Por tus trabajos

44.Por tu agonía y pasión

45.Por tu Cruz y desamparo

46.Por tus sufrimientos

47.Por tu muerte y sepultura

48.Por tu resurrección

49.Por tu ascensión

50.Por tu institución en la santísima Eucaristía

51.Por tus gozos

52.Por tu gloria.


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo

Perdónanos Jesús

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo

Escúchanos Jesús

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo

Ten misericordia de nosotros Jesús.

Jesús óyenos, Jesús escúchanos


Oremos:

Te pedimos Señor que quienes veneramos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Jesús caminante

Cristo Jesús, Salvador deseado y esperado de la historia, de mi historia, ven a caminar por ella. Camina por mi pasado, mi presente y mi futuro.

- Tú que caminaste por caminos, senderos y calles de pueblos y ciudades, camina hoy por mí y bendíceme con tu amor.

- Tú que sanaste a los leprosos, cura la lepra que se produjo en mi ante aquellos pecados que por ser soberbio, débil o ignorante me sumieron en la enfermedad.

- Tú que perdonaste a quienes se reconocían pecadores y los cubriste con tu amor, clava en tu Cruz todos mis pecados y unge mis heridas con tu bendita sangre.

- Tú que sanaste a los sordos, cura y libérame del espíritu de sordera que no me deja percibir tu amor y escuchar tu voz, discernir tu Voluntad y escuchar el clamor de los hermanos que sufren.

- Tú que curaste a los ciegos, libérame del espíritu de la ceguera que no me permite verte en mí constantemente vivir en alabanza por tu inigualable belleza

- Tú que sanaste a los epilépticos y mudos, libérame del espíritu de la epilepsia y mudez que me impide expresarme y expresar tu Palabra con sabiduría, prudencia, caridad, afecto y firmeza.

- Tú que sanaste a los paralíticos, libérame del espíritu de parálisis en mis piernas y en mi alma, que me deja postrado largo tiempo haciéndome perder la virtud de la alegría y no sé hacia dónde dirigirme para hacer tu Voluntad.

- Tú que resucitaste a los muertos, resucita Oh caminante santo, las áreas de mi historia, que están marchitas, agonizantes o muertas.

- Tú que expulsaste a los demonios, libérame de toda fuerza o cercanía del espíritu del mal y colmame de tu santo y dulce Espíritu para que por tu gloria brillen los dones y carismas que me diste.


Envíame a tus santos Arcángeles y Ángeles para que me guíen a lo largo del camino y me colmen de tu paz. Amén.

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!


Al terminar los misterios:

Ofrecemos las siguientes oraciones por las intenciones del Papa, las necesidades de la Iglesia y las del estado y por la propagación de la fe.


Padre Nuestro

V. Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre;  venga a nosotros Tu reino; hágase Tu voluntad, en la tierra como en el Cielo.

R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.  Amén.

 

AVE MARÍA 

V. Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


GLORIA:

V. Toda la gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.       

R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

 

LA SALVE

 Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra.  Dios te Salve.  A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.  Ea pues, Señora Abogada nuestra, vuelve a nosotros ésos Tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto Bendito de Tu vientre, Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María.  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.  Amén.

 †

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.