Vía Lucís
Estaciones
según los relatos evangélicos de la Resurrección a Pentecostés.
Fuente:
archimadrid.com
Hay una devoción popular
con tradición desde la edad media, que es el Vía Crucis (el camino de la cruz).
En él se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de
Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo (cf.
"Via Crucis según los relatos evangélicos"). Pero ésta es la primera
parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la mañana de
la Resurrección, sino que se extiende hasta la efusión del Espíritu Santo y su
actuación maravillosa.
Desde el Domingo de Pascua
hasta el de Pentecostés hubo cincuenta días llenos de acontecimientos,
inolvidables y trascendentales, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente,
con una gratitud y un gozo inimaginables.
De igual forma que las
etapas de Jesús camino del Calvario se han convertido en oración, queremos
seguir también a Jesús en su camino de gloria. Éste es el sentido último de
esta propuesta una invitación a meditar la etapa final del paso de Jesús por la
tierra.
El Vía Lucís, "camino
de la luz" es una devoción reciente que puede complementar la del Vía
Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la
Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos. Incluimos
también la venida del Espíritu Santo porque, como dice el Catecismo de la
Iglesia Católica: "El día de Pentecostés, al término de las siete semanas
pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que
se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731).
La devoción del Vía Lucís
se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy
estrechamente vinculados a Cristo resucitado.
Cómo rezar el Vía Lucís
Para rezar el Vía Lucís,
en que compartimos con Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un
esquema similar al que utilizamos para rezar el Vía Crucis:
·
Enunciado de la estación;
·
Presentación o monición que encuadra la
escena;
·
Texto evangélico correspondiente, con la
cita de los lugares paralelos (en las dos
últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles);
·
Oración que pretende tener un tono de
súplica
Si se desea, después del enunciado de cada una de las
estaciones, se puede decir:
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Nuestra
disposición inicial
Los acontecimientos del Vía
Crucis concluyen en un sepulcro, y dejan quizá en nuestro interior una imagen
de fracaso. Pero ése no es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el
pecado y sobre la muerte.
Y, resucitado, dedicará
nada menos que cuarenta días en devolver la fe y la esperanza a los suyos.
Después los dejará diez días de reflexión - a modo de jornadas de retiro y
oración - en torno a María para que reciban la fuerza del Espíritu que les
capacite para cumplir la misión que Él les ha confiado.
En los encuentros de Jesús
con los suyos, llenos de intimidad y de esperanza, el Señor parece jugar con
ellos: aparece de improviso, donde y como menos se esperan, les llena de
alegría y fe, y desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su
presencia viene la confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles.
Todo se ilumina de una luz nueva.
El Vía Lucís es el camino
de la luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo
resucitado. Vamos a vivir con los discípulos su alegría desbordante que sabe
contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de
Cristo resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos
llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma.
Oración Preparatoria
Señor Jesús, con tu
Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la
vida, la alegría, la esperanza firme.
Tú que fortaleciste la fe
de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con
obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos
de lleno a Ti.
Queremos compartir contigo
y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa.
Tú que nos has abierto el
camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un
día de la gloria eterna.
1. PRIMERA ESTACIÓN.
¡CRISTO
VIVE!: ¡HA RESUCITADO!
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
En la ciudad santa,
Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la semana. Es un amanecer
glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la
muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!
Del
Evangelio según San Mateo 28,
1-7.
28, 1: Pasado
el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra
María fueron a ver el sepulcro.
28, 2: De
pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y,
acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Mt 1,20
28, 3: Su
aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Mt 17,2
28, 4: Los
guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como
muertos.
28, 5: El
Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "Vosotras no temáis, pues sé
que buscáis a Jesús, el Crucificado;
28, 6: no
está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde
estaba.
28, 7: Y
ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los
muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis." Ya os lo he
dicho."
Comentario
En los sepulcros suele
poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no estaba
escrito sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).
Cuando todo parece que
está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, hay que
proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran
noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una
alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los
muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús
abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él.
Cristo, que ha querido
redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose plenamente por amor, ha
vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su
resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.
Oración
Señor Jesús, hemos querido
seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de
tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la
alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección.
Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la
tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca
acaba.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
2. SEGUNDA ESTACIÓN.
EL
ENCUENTRO CON MARÍA MAGDALENA.
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
María Magdalena, va al
frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para terminar de embalsamar el
cuerpo de Jesús. Llora su ausencia porque ama, pero Jesús no se deja ganar en
generosidad y sale a su encuentro.
Del
Evangelio según San Juan 20, 10-18
20, 10: Los
discípulos, entonces, volvieron a casa.
20, 11: Estaba
María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el
sepulcro,
20, 12: y ve
dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la
cabecera y otro a los pies.
20, 13: Dícenle
ellos: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les respondió: "Porque se
han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto."
20, 14: Dicho
esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
20, 15: Le
dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando
que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has llevado,
dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré."
20, 16: Jesús
le dice: "María." Ella se vuelve y le dice en hebreo:
"Rabbuní" - que quiere decir: "Maestro" -.
20, 17: Dícele
Jesús: "No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde
mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro
Dios."
20, 18: Fue
María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había
dicho estas palabras.
Comentario
La Magdalena ama a Jesús,
con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de fortaleza y eficacia, como
el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega. María ha buscado al Maestro
y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras,
y pronuncia su nombre.
Cristo nos llama por
nuestros nombres, personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta
bajo la apariencia del hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan, sin
que nos demos cuenta, a nuestro lado.
María Magdalena, una
mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la Resurrección: recibe el
dulce encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.
Oración
Virgen María, Madre de
Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la primera visita de
tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún momento
había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te
queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la
Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del
Señor.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
3. TERCERA ESTACIÓN.
JESÚS
SE APARECE A LAS MUJERES
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Las mujeres se ven
desbordadas por los hechos: el sepulcro está vacío y un ángel les anuncia que
Cristo vive. Y les hace un encargo: anunciadlo a los apóstoles. Pero la mayor
alegría es ver a Jesús, que sale a su encuentro.
Del
Evangelio según San Mateo 28, 8-10.
28, 8: Ellas
partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar
la noticia a sus discípulos.
28, 9: En
esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "¡Dios os guarde!" Y
ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron.
28, 10: Entonces
les dice Jesús: "No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea;
allí me verán."
Comentario
Las mujeres son las
primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con diligencia: su
cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el qué dirán.
Cuando embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente
que no pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro.
Por eso, como han
aprendido a querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su trabajo.
Son valientes y generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el sueño y
la pereza y, antes de despuntar el día, ya se encaminan hacia el sepulcro. Hay
dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que cubre la estancia
donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan porque saben poner todo
en manos de Dios.
Oración
Señor Jesús, danos la valentía
de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier
obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos
confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro
único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas
mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos estar, desde el
silencio, al servicio de los demás.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
4. CUARTA ESTACIÓN.
LOS
SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Para ratificar la resurrección
de Cristo, Dios permitió que hubiera unos testigos especiales: los soldados
puestos por los príncipes de los sacerdotes, precisamente para evitar que
hubiera un engaño.
Del
Evangelio según San Mateo 28, 11-15.
28, 11: Mientras
ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos
sacerdotes todo lo que había pasado.
28, 12: Estos,
reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero
a los soldados,
28, 13: advirtiéndoles:
"Decid: "Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras
nosotros dormíamos."
28, 14: Y si
la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos
complicaciones."
28, 15: Ellos
tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió
esa versión entre los judíos, hasta el día de hoy.
Comentario
Los enemigos de Cristo
quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado por sus discípulos
y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia.
Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el
comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si
dormíais ¿por qué sabéis que lo han robado?, y si los habéis visto, ¿por qué no
se lo habéis impedido?".
Pero no hay peor ciego que
el que no quiere ver. En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos
quieren ocultar el acontecimiento de la Resurrección y, con dinero, compran a
los soldados, porque la verdad no les interesa cuando es contraria a lo que
ellos piensan.
Oración
Señor Jesús, danos la
limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca
negociemos con ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de
entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros
intereses. Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
5. QUINTA ESTACIÓN.
PEDRO
Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Los apóstoles han recibido
con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Están confusos, pero
el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez
de su esperanza.
Del
Evangelio según San Juan 20, 3-10
20, 3: Salieron
Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro.
20, 4: Corrían
los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro,
y llegó primero al sepulcro.
20, 5: Se
inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
20, 6: Llega
también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el
suelo,
20, 7: y el
sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar
aparte.
20, 8: Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro;
vio y creyó,
20, 9: pues
hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía
resucitar de entre los muertos.
20, 10: Los
discípulos, entonces, volvieron a casa.
Comentario
Pedro y Juan son los
primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el alma
esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han
dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario
quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido
a la muerte, y no es una vana ilusión: es un hecho de la historia, que va a
cambiar la historia.
Después de este hecho, el
Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su
amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que
confirmarlos en la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta
Pablo y Lucas: "[Cristo] se apareció a Cefas y luego a los Doce"
Oración
Señor Jesús, también
nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para
después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a
lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en
tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
6. SEXTA ESTACIÓN.
JESÚS
EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APÓSTOLES
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Los discípulos están en el
Cenáculo, el lugar donde fue la Última Cena. Temerosos y desesperanzados,
comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús se presenta en medio
de ellos, y el miedo da paso a la paz.
Del
Evangelio según San Lucas 24, 36-43
24, 36: Estaban
hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo:
"La paz con vosotros."
24, 37: Sobresaltados
y asustados, creían ver un espíritu.
24, 38: Pero
él les dijo: "¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro
corazón?
24, 39: Mirad
mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene
carne y huesos como veis que yo tengo."
24, 40: Y,
diciendo esto, los mostró las manos y los pies.
24, 41: Como
ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les
dijo: "¿Tenéis aquí algo de comer?"
24, 42: Ellos
le ofrecieron parte de un pez asado.
24, 43: Lo
tomó y comió delante de ellos.
Comentario
Cristo resucitado es el
mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en Nazaret, el mismo que
recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el mismo que
lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para morir en la
Cruz. Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero los
apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma
suerte.
Es entonces cuando se
presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su
victoria sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el
precio de nuestra redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo
Jesús que los eligió como amigos, y ahora come con ellos. El Señor, que se ha
encarnado por nosotros, nos quiere mostrar, aún más explícitamente, que la
materia no es algo malo, sino que ha sido transformada porque Jesús la ha
asumido.
Oración
Señor Jesús, danos la fe y
la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos.
Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino
que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y,
después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
7. SÉPTIMA ESTACIÓN.
EN
EL CAMINO DE EMAÚS
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Esa misma tarde dos
discípulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un caminante les devuelve
esperanza. Sus corazones vibran de gozo con su compañía, sin embargo sólo se
les abren los ojos al verlo partir el pan.
Del
Evangelio según San Lucas 24, 13-32
24, 13: Aquel
mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta
estadios de Jerusalén,
24, 14: y
conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
24, 15: Y
sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y
siguió con ellos;
24, 16: pero
sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
24, 17: Él les
dijo: "¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?" Ellos
se pararon con aire entristecido.
24, 18: Uno de
ellos llamado Cleofás le respondió: "¿Eres tú el único residente en Jerusalén
que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?"
24, 19: Él les
dijo: "¿Qué cosas?" Ellos le dijeron: "Lo de Jesús el Nazareno,
que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el
pueblo;
24, 20: cómo
nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le
crucificaron.
24, 21: Nosotros
esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas
cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
24, 22: El
caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron
de madrugada al sepulcro,
24, 23: y, al
no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de
ángeles, que decían que él vivía.
24, 24: Fueron
también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres
habían dicho, pero a él no le vieron."
24, 25: Él les
dijo: "¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron
los profetas!
24, 26: ¿No
era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?"
24, 27: Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que
había sobre él en todas las Escrituras.
24, 28: Al
acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
24, 29: Pero
ellos le forzaron diciéndole: "Quédate con nosotros, porque atardece y el
día ya ha declinado." Y entró a quedarse con ellos.
24, 30: Y
sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo iba dando.
24, 31: Entonces
se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
24, 32: Se
dijeron uno a otro: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de
nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?"
Comentario
Los de Emaús se iban
tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que ven con
perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de confiar
en el Señor. Sin embargo Cristo "se viste de caminante" para iluminar
sus pasos decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica
las Escrituras, su corazón, sin terminar de entender, se llena de luz,
"arde" de fe, alegría y amor.
Hasta que, puestos a la
mesa, Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y descubren que
era el Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en
nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar su
Palabra y compartir el Pan.
Oración
Señor Jesús, ¡cuántas
veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡Tantas veces estamos desengañados
y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu
Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como
alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de
encontrarte también en los hermanos.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
8. OCTAVA ESTACIÓN.
JESÚS
DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS.
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Jesús se presenta ante sus
discípulos. Y el temor de un primer momento da paso a la alegría. Va a ser
entonces cuando el Señor les dará el poder de perdonar los pecados, de ofrecer
a los hombres la misericordia de Dios.
Del
Evangelio según San Juan 20, 19-23
20, 19: Al
atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a
los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se
presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros."
20, 20: Dicho
esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al
Señor.
20, 21: Jesús
les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también
yo os envío."
20, 22: Dicho
esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. Jn 1,33
20, 23: A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos."
Comentario
Los apóstoles no han
terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero eso no importa
ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad
del amor, la cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él
les va a ayudar a abrir de par en par su corazón para acoger a todo hombre.
Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su entrega por amor: el
poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía.
En estos momentos, les
hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados.
Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo
precioso que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con
Dios después de haberlo abandonado por el pecado, la reconciliación.
Oración
Señor Jesús, que sepamos
descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los
dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el
pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el
sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma,
devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y
serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
9. NOVENA ESTACIÓN.
JESÚS
FORTALECE LA FE DE TOMÁS.
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Tomás no estaba con los
demás apóstoles en el primer encuentro con Jesús resucitado. Ellos le han
contado su experiencia gozosa, pero no se ha dejado convencer. Por eso el
Señor, ahora se dirige a él para confirmar su fe.
Del
Evangelio según San Juan 20, 26-29
20, 26: Ocho
días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se
presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con
vosotros."
20, 27: Luego
dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente."
20, 28: Tomás
le contestó: "Señor mío y Dios mío."
20, 29: Dícele
Jesús: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y
han creído."
Comentario
Tomás no se deja convencer
por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y busca los hechos:
ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca recuperar
esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva
reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los
ojos del espíritu.
La fe supera nuestras capacidades pero no es
irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz
que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad
y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar pegados a Cristo, aunque no lo
sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!
Oración
Señor Jesús, auméntanos la
fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te
pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de
amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás,
queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu
palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo
permanezca en la verdad que libera.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
10. DÉCIMA ESTACIÓN.
JESÚS
RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Los apóstoles han vuelto a
su trabajo: a la pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir
nada. Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les
otorga una muchedumbre de peces.
Del
Evangelio según San Juan 21, 1-6a
21, 1: Después
de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de
Tiberíades. Se manifestó de esta manera.
21, 2: Estaban
juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea,
los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos.
21, 3: Simón
Pedro les dice: "Voy a pescar." Le contestan ellos: "También
nosotros vamos contigo." Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche
no pescaron nada.
21, 4: Cuando
ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era
Jesús.
21, 5: Díceles
Jesús: "Muchachos, ¿no tenéis pescado?" Le contestaron:
"No."
21, 6: Él les
dijo: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis." La
echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.
Comentario
En los momentos de
incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con Pedro. La barca de
Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo
largo de la historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor:
"seréis pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo
humano, hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las
redes.
En las circunstancias
difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte,
es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su
doctrina. El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios
y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en
la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos
abundantes.
Oración
Señor Jesús, haz que nos
sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que
aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no
sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que
nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos
parezcan difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes
que serán tuyos, no nuestros.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
11. UNDÉCIMA ESTACIÓN.
JESÚS
CONFIRMA A PEDRO EN EL AMOR
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Jesús ha cogido aparte a
Pedro porque quiere preguntarle por su amor. Quiere ponerlo al frente de la
naciente Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a convertirse en el Pastor de
los que siguen al Señor.
Del
Evangelio según San Juan 21, 15-19.
21, 15: Después
de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón de Juan, ¿me amas más
que éstos?" Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Le
dice Jesús: "Apacienta mis corderos."
21, 16: Vuelve
a decirle por segunda vez: "Simón de Juan, ¿me amas?" Le dice él:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Le dice Jesús: "Apacienta
mis ovejas."
21, 17: Le
dice por tercera vez: "Simón de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro
de que le preguntase por tercera vez: "¿Me quieres?" y le dijo:
"Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero." Le dice Jesús:
"Apacienta mis ovejas.
21, 18: "En
verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde
querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y
te llevará adonde tú no quieras."
21, 19: Con
esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto,
añadió: "Sígueme."
Comentario
Pedro, el impulsivo, el
fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado porque le ha
fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el
amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de
renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido.
Las tres preguntas de
Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca
abandona a los suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta de la
esperanza para quien sabe amar.
La respuesta de Cristo,
Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente
Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro,
de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus
sucesores son "el Siervo de los siervos de Dios".
Oración
Señor Jesús, que sepamos
reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos
a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de
Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque
es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
12. DUODÉCIMA ESTACIÓN.
LA
DESPEDIDA: JESÚS ENCARGA SU MISIÓN A LOS APÓSTOLES
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Antes de dejar a sus
discípulos el Señor les hace el encargo apostólico: la tarea de extender el
Reino de Dios por todo el mundo, de hacer llegar a todos los rincones la Buena
Noticia.
Del
Evangelio según San Mateo 28, 16-20.
28, 16: Por su
parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había
indicado.
28, 17: Y al
verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
28, 18: Jesús
se acercó a ellos y les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo
y en la tierra.
28, 19: Id,
pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
28, 20: y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo."
Comentario
Los últimos días de Jesús
en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy grabados en sus mentes
y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la
cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos instantes
con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por
delante: "Id al mundo entero...".
Ese es su testamento: hay que ponerse en
camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por delante
las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar, hablar de
Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a ser
hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para
parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.
Oración
Señor Jesús, que llenaste
de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva,
dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo,
a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el
mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
13. DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS
ASCIENDE AL CIELO
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
Cumplida su misión entre
los hombres, Jesús asciende al cielo. Ha salido del Padre, ahora vuelve al
Padre y está sentado a su derecha. Cristo glorioso está en el cielo, y desde
allí habrá de venir como Juez de vivos y muertos.
De
los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11
1, 9: Y
dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus
ojos.
1, 10: Estando
ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos
hombres vestidos de blanco
1, 11: que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis
ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así
tal como le habéis visto subir al cielo."
Comentario
Todos se han reunido para
la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero el Señor les
ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de
esos primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo".
Es el momento de ponerse a
trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena
Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos con la compañía de
Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un instante, porque el tiempo
no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.
Jesucristo ha querido ir
por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de
acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta
que vuelva al final de los tiempos.
Oración
Señor Jesús, tu ascensión
al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman.
Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí
en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos
de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
14. DECIMOCUARTA ESTACIÓN
LA
VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS
V/ Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como
anunciaron las Escrituras. Aleluya.
La promesa firme que Jesús
ha hecho a sus discípulos es la de enviarles un Consolador. Cincuenta días
después de la Resurrección, el Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia
naciente para fortalecerla, confirmarla, santificarla.
De
los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4
2, 1: Al
llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
2, 2: De
repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó
toda la casa en la que se encontraban.
2, 3: Se
les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron
sobre cada uno de ellos;
2, 4: quedaron
todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según
el Espíritu les concedía expresarse.
Comentario
Jesús, el Hijo de Dios,
está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no quedarán solos. Y
fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu Santo,
la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de
la Iglesia, reciben el Espíritu Santo. Él es el que llena de luz la mente y de
fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para
predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la
Iglesia".
A partir de este momento
la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en peregrinación por este
mundo. El Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia de la humanidad,
pero también a lo largo de la propia historia personal de cada uno, hasta que
un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo.
Oración
Dios Espíritu Santo, Dulce
Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón,
llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te conozcamos
mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por
tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo
lo hagamos bajo tu impulso.
V/ Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN FINAL
Señor y Dios nuestro, fuente
de alegría y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su
Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo; haz que la
contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar
testimonio de Jesucristo en medio del mundo.
Te
pedimos por tu Santa Iglesia:
Que sea fiel reflejo de
las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste
al mundo los tesoros de tu amor, santifique a tus fieles con los sacramentos y
haga partícipes a todos los hombres de la resurrección eterna.
Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
Por
las intenciones del Papa:
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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