DÍA OCTAVO: NOVENA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL MISTERIO DE SU ADMIRABLE ASCENSIÓN




NOVENA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL MISTERIO DE SU ADMIRABLE ASCENSIÓN


DÍA OCTAVO

Considera en aquel triunfal aparato y gloriosa grandeza con que sube el Señor, de que hablando en profecía el Salmista, dice que subió en un carro o carroza asistido de millares de millares de Ángeles (Salmo LXVII). Este era el carro triunfal en que subió nuestro Emperador: el acompañamiento era de innumerable multitud de Ángeles, dijo San Jerónimo, y Cayetano dice que eran los despojos de la victoria, y los prisioneros que libertó de la cautividad del mundo, los cuales dispuestos y ordenados a coros, cantaban dulcísimas alabanzas al Señor con grande júbilo y alegría inefable de todos: iba delante de todos estos escuadrones el Señor, como lo dijo por boca del Profeta Miqueas (cap. II, 3), y así que se acercó a los orbes celestiales, y como lo dice San Buenaventura (Meditaciones de la vida de Cristo, cap. C), no quedó espíritu bienaventurado alguno en la Gloria que no bajase a recibirlo.

Venían todos por sus órdenes, y postrados ante el Señor con suma reverencia le adoraron, y luego juntos los que iban con los que venían, se ordenaron en dos coros, y empezó la música de voces e instrumentos, y fue prosiguiendo la más solemne, grande y gloriosa procesión que jamás vio la Corte militante ni triunfante.

Ponte aquí a pensar, cristiano, y trae a la memoria las fiestas, alegrías, regocijos, júbilos, danzas, clarines, trompetas, cajas, y cuanto pudieres alcanzar y entender de dulzura, suavidad y deleite, pompa, majestad, grandeza y aparato, tanto imagina en aquel gloriosísimo triunfo. Allí los Serafines y Querubines, los Tronos, Principados y Potestades de Cielo, todos hacen fiesta, todos cantan gloriosas alabanzas al Señor. ¡Oh, qué suavissimus ecos! ¡Oh, qué dulcísimas canciones suenan por todos esos orbes celestiales!


ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh Gran Señor de los Cielos y de la tierra! ¡Oh Hijo del Altísimo! Con qué grandeza y majestad entrais en vuestra Corte celestial para reinar en ella eternamente. El alma queda toda absorta y ocupada de gozo al contemplaros en tanta gloria. Digno sois, Divino Rey y Señor supremo, de recibir el honor que se os tributa, y cuando todas las criaturas se hiciesen lenguas y entonasen vuestras alabanzas, todo sería inferior a vuestro merecimiento.

Ea, celestiales espíritus, pues vuestro Señor os adornó liberal de tanta Sabiduría, empleadla con especialidad en este día en admirable composición de sagrados metros, y de la más suave y armoniosa música: avivad vuestros sonoros instrumentos, que este triunfo del Salvador debe ser celebrado con la mayor solemnidad y pompa.

Avivemos también nosotros nuestros afectos y entonemos alabanzas, pues nuestro Libertador entra a tomar posesión de su Reino. ¡Oh, cómo quisiera, Señor, cada uno de nosotros tener la destreza y sabiduría de todos los Ángeles, para excederlos en obsequiaros! ¡Oh Príncipes Angélicos que habitáis felices en la Corte del Altísimo!, abrid esas puertas resplandecientes de la Gloria, para que entre en ella el Rey de los Reyes y el Señor de los Señores a dominar, y a reinar sin fin. Prevenid los arcos triunfales que anuncien en todo su Reino su entrada victoriosa: adornad las hermosas calles y plazas de esa Celestial Jerusalén, para su majestuoso y sagrado recibimiento.

¡Oh Caudillo Triunfante! Hoy que es el día de vuestra coronación, lo es también de hacer mercedes: no queremos, Señor, perder tan bella vocación: concedednos la merced de vuestra gracia. Cuando los Reyes se coronan, hay indulto general para todos los reos: perdonadnos, piadoso Padre, nuestras iniquidades, para que limpios y purificados os agrademos en esta vida, y después os alabemos en vuestro Reino eternamente. Amén.

Tres Padrenuestros, y tres Avemarías con Gloria Patri. Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días.


GOZOS

Como águila generosa

Remontas, mi Dios, el vuelo

Al Empíreo, pues el Cielo

Sólo es tu mansión dichosa;

Puesto que el alma ansiosa

Seguirte quiere, Señor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


En alas de Querubines

Subes al Cielo glorioso,

Y ellos llenos de alborozo

Te hacen sagrados festines,

Gózome que así camines;

Y pues vas con tanto honor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


¡Qué contentos y qué ufanos

Entre gozos excesivos,

Contigo van los cautivos

Que libertaron tus manos!

Despojos son soberanos

De tan gran Libertador:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


En coros muy concertados

Los Príncipes de la Gloria

Cantando ellos tu victoria

Descienden regocijados:

«Sean, dicen, alabados

Triunfos de tal vencedor»:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


Gime Luzbel abatido,

Porque su imperio tirano

Por tu brazo Soberano

Hoy se mira destruido;

Y pues nos has redimido

Del poder de este traidor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


Dan voces con grande gozo

Los Ángeles, porque abiertas

Y apartadas sean las puertas

De ese Alcázar prodigioso,

Porque ha de entrar victorioso

Su Monarca y su Señor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


ORACIÓN FINAL

¡Oh Amado Redentor de mi alma! ¡Oh León de Judá! ¡Oh Señor y Rey inmortal, vencedor de la muerte y del Infierno! Ruégoos, Señor mío, por aquel glorioso triunfo con que entrasteis victorioso en vuestro Reino, me deis fortaleza para vencer a los enemigos de mi alma, perdonéis la tibieza con que celebro este admirable Misterio, atendáis a mis humildes ruegos, y me deis vuestra Santa gracia, para serviros y agradaros hasta la muerte. Amén.


En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.



 

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