DÍA SEXTO: NOVENA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL MISTERIO DE SU ADMIRABLE ASCENSIÓN

 


NOVENA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL MISTERIO DE SU ADMIRABLE ASCENSIÓN


DÍA SEXTO

Considera y atiende a las otras palabras que nos dice el sagrado texto, «que se elevó por el aire, mirándole los Apóstoles», e iba subiendo poco a poco, dice San Bernardo (De los grados de humildad, cap. I), y era porque el amor que tenía a sus Discípulos y Amigos lo atraía de abajo, dice el Santo, y parece que lo dieron a entender los Evangelistas, porque siendo de Fe Católica que subió por su propia virtud, uno de ellos dice que era llevado (Marcos XVI), como si dijese que era asido por otro (Lucas XXIV), era el amor que tenía a los suyos vehementísimo, y este amor era como una gruesa cadena que lo detenía, y así cuando el Espíritu Santo nos da a conocer la venida del Salvador al Mundo, dice en una parte, que venía saltando de monte en monte, y de collado en collado (Cánticos II, 8); y en otra dice que corría con pasos de gigante (Salmo XVIII), esto era cuando venía a vivir entre los hombres, y ahora, que se va a vivir entre los Ángeles, va tan despacio, que aparece que lo llevaran como por fuerza (Lucas XXIV, cf. Apocalipsis XII).

¡Oh amor abrasado y encendido de nuestro Dios! ¡Oh tibieza y frialdad terrible de nuestros corazones! Cargáronlo de oprobios, afrentas y azotes, crucificándolo entre dos ladrones, y con todo no hay quien lo pueda separar de entre los hombres, y si esto pasa entre aquellos rebeldes y obstinados judíos, ¿qué pasará con las almas que le aman y le sirven? ¿Quién podrá ponderar el amor con que las asiste? Por esto dijo que sus deleites eran estar con los hijos de los hombres (Proverbios VIII). Esto pasa en aquel amoroso pecho, más en los pechos humanos sucede muy al contrario: por nada lo dejamos, cualquier gusto aunque solo tenga la apariencia de gusto, nos aparta de Él.


ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh dulcísimo Esposo del alma! ¡Oh Padre amantísimo! ¿Qué es lo que os detiene para remontaros con rápido vuelo a esa región celestial? Sin duda que es el peso del amor que nos tenéis. ¿Es posible, Señor, que ni nuestras ofensas tan repetidas, ni los ultrajes que experimentasteis en vuestra adorable persona, hayan acelerado vuestro vuelo? ¡Oh amor infinito! Nosotros a porfía os agraviamos y repetimos las ofensas, ¿y Vos continuáis en amarnos, y multiplicáis finezas? Nosotros nos retiramos de esta hermosura, ¿y Vos dificultáis en apartaros de nosotros?

¡Oh corazón humano!, ¿qué haces que no te abrasas de amor? ¿Tan insensatos somos, Dios mío, que no acertamos a corresponderos? Extendidos los brazos os vemos subir, como el águila que provoca a sus polluelos a volar, alumbradnos, Maestro soberano: enseñadnos a tomar el vuelo en vuestra compañía, y esas demostraciones de vuestro amor no sean para mayor confusión nuestra en el Día del Juicio, sino para que sepamos corresponderlas.

Avecillas canoras, que pobláis el aire, congregaos todas conformes a bendecir y alabar a vuestro Criador: vosotras que saludáis al Sol cuando amanece, saludad a coros con dulces trinos y gorjeos al Sol de Justicia, que pasa por vuestra región. Ea Señor, llevadnos tras de Vos, correremos al olor de vuestros ungüentos, para gustar eternamente de vuestras dulzuras. Amén.

Tres Padrenuestros, y tres Avemarías con Gloria Patri. Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días.


GOZOS

Como águila generosa

Remontas, mi Dios, el vuelo

Al Empíreo, pues el Cielo

Sólo es tu mansión dichosa;

Puesto que el alma ansiosa

Seguirte quiere, Señor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


En alas de Querubines

Subes al Cielo glorioso,

Y ellos llenos de alborozo

Te hacen sagrados festines,

Gózome que así camines;

Y pues vas con tanto honor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


¡Qué contentos y qué ufanos

Entre gozos excesivos,

Contigo van los cautivos

Que libertaron tus manos!

Despojos son soberanos

De tan gran Libertador:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


En coros muy concertados

Los Príncipes de la Gloria

Cantando ellos tu victoria

Descienden regocijados:

«Sean, dicen, alabados

Triunfos de tal vencedor»:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


Gime Luzbel abatido,

Porque su imperio tirano

Por tu brazo Soberano

Hoy se mira destruido;

Y pues nos has redimido

Del poder de este traidor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


Dan voces con grande gozo

Los Ángeles, porque abiertas

Y apartadas sean las puertas

De ese Alcázar prodigioso,

Porque ha de entrar victorioso

Su Monarca y su Señor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


ORACIÓN FINAL

¡Oh Amado Redentor de mi alma! ¡Oh León de Judá! ¡Oh Señor y Rey inmortal, vencedor de la muerte y del Infierno! Ruégoos, Señor mío, por aquel glorioso triunfo con que entrasteis victorioso en vuestro Reino, me deis fortaleza para vencer a los enemigos de mi alma, perdonéis la tibieza con que celebro este admirable Misterio, atendáis a mis humildes ruegos, y me deis vuestra Santa gracia, para serviros y agradaros hasta la muerte. Amén.


En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.


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