DÍA TERCERO: NOVENA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL MISTERIO DE SU ADMIRABLE ASCENSIÓN




NOVENA A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL MISTERIO DE SU ADMIRABLE ASCENSIÓN


DÍA TERCERO 

Considera el cuidado que tiene de los amigos, que si no hubiera pasado por Betania, se hubieran quedado Lázaro y los demás que estaban allí, y no le vieran en su triunfo: habíanle servido en sus trabajos, y así va el mismo Señor en persona a convidarlos para que le vean glorioso. Sírvele con la fidelidad que aquellos, que el Señor no te desamparará. Pondera el gozo que sintieron los Santos Padres al contemplar que ya era llegado el día en que habían de subir a la Gloria y tomar posesión de aquel bendito Reino eternamente. Aliéntate por esto al desprecio del mundo, y al amor de las cosas del Cielo, a las cuales te convida el Señor, si le sirves con fidelidad.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh Divino Redentor! ¡Oh Señor, todo caridad y clemencia! ¡Qué liberal os mostráis en convidar vuestro Reino a los hijos de los hombres, para quienes vais a preparar las sillas y las eternas mansiones! Vuestra partida a los Cielos no sólo es para gloria vuestra, es también para que nosotros la gocemos.

Esa vuestra Corte Celestial no sólo la conoceremos adelante como patria, sino también como herencia nuestra, porque Vos a costa de vuestra Pasión y Muerte habéis adquirido para nosotros el derecho que no teníamos a ella, y habéis abierto sus puertas con esas manos divinas, que fueron enclavadas en la Cruz por nuestro rescate.

¡Oh caridad incomprensible! Vos habéis puesto los méritos para que sea nuestro el premio; habéis trabajado para que percibamos el fruto; habéis peleado para que recibamos la corona. ¿Qué os obligó, mi bien, a tanto amor? De parte nuestra no hay merecimiento, porque en nosotros solo se hallan ofensas e ingratitudes.

Pero bien se conoce que Vos obráis como quien sois, movido solo de vuestra bondad y misericordia. Ea, alma mía, aliéntate a corresponder esas finezas, amando a un benefactor tan grande. Seamos, Señor, amigos desde hoy, dadme esa mano soberana, y jamás me desamparéis, para que jamás os deje yo hasta aquel día dichoso, en que me llegue a habitar con Vos en vuestra Gloria eternamente. Amén.

Tres Padrenuestros, y tres Avemarías con Gloria Patri. Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días.



GOZOS:  

Como águila generosa

Remontas, mi Dios, el vuelo

Al Empíreo, pues el Cielo

Sólo es tu mansión dichosa;

Puesto que el alma ansiosa

Seguirte quiere, Señor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


En alas de Querubines

Subes al Cielo glorioso,

Y ellos llenos de alborozo

Te hacen sagrados festines,

Gózome que así camines;

Y pues vas con tanto honor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


¡Qué contentos y qué ufanos

Entre gozos excesivos,

Contigo van los cautivos

Que libertaron tus manos!

Despojos son soberanos

De tan gran Libertador:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


En coros muy concertados

Los Príncipes de la Gloria

Cantando ellos tu victoria

Descienden regocijados:

«Sean, dicen, alabados

Triunfos de tal vencedor»:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


Gime Luzbel abatido,

Porque su imperio tirano

Por tu brazo Soberano

Hoy se mira destruido;

Y pues nos has redimido

Del poder de este traidor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


Dan voces con grande gozo

Los Ángeles, porque abiertas

Y apartadas sean las puertas

De ese Alcázar prodigioso,

Porque ha de entrar victorioso

Su Monarca y su Señor:

Llévanos a dónde vas,

Soberano Triunfador.


ORACIÓN FINAL

¡Oh Amado Redentor de mi alma! ¡Oh León de Judá! ¡Oh Señor y Rey inmortal, vencedor de la muerte y del Infierno! Ruégoos, Señor mío, por aquel glorioso triunfo con que entrasteis victorioso en vuestro Reino, me deis fortaleza para vencer a los enemigos de mi alma, perdonéis la tibieza con que celebro este admirable Misterio, atendáis a mis humildes ruegos, y me deis vuestra Santa gracia, para serviros y agradaros hasta la muerte. Amén.


En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.



 

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